El autor estuvo la semana pasada en la Galería del TIM junto a Jessica Ayala Barbosa y Jaime Muñoz Vargas (EL SIGLO DE TORREÓN / ENRIQUE CASTRUITA)
La novela negra y el género policíaco han sido del interés del lagunero Gerardo García Muñoz. Entre las sirenas y escenas del crimen, detectives y misterios que retan al lector, el crítico se ha desenvuelto en páginas periciales, como si se tratara de otro investigador. Incluso ya había escrito sobre textos policíacos en la literatura mexicana en la primera parte siglo XX.
En esta ocasión visitó Torreón, donde la semana pasada, en la Galería de Arte contemporáneo del Teatro Isauro Martínez (TIM) presentó su más reciente publicación Norte negro Catorce miradas a una narrativa criminal mexicana, el cual es una coedición entre la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) y la Universidad Iberoamericana Torreón.
“Analizo a catorce autores y autoras del norte de México. Específicamente de los estados limítrofes con los Estados Unidos: Baja California, Sonora, Coahuila, Chihuahua y Tamaulipas. Ahora es muy distinta la representación de la violencia. En el siglo XX, la mayoría de las obras de ficción policíacas se desarrollaban en el centro de México. Ahora, debido a la violencia que ha azotado principalmente el norte de México, hay muchos autores que representan el caos generado”.
Antes de comenzar su presentación, el autor fue claro al delimitar el área geográfica donde realizó su investigación. En total son catorce autores los abordados, doce hombres y dos mujeres de los estados fronterizos. Todos los autores están vivos, producen en la actualidad y representan distintas modalidades de la violencia.
“Trata uno de interpretar cómo se reflejan las máscaras o los rostros de la maldad del ser humano. Y es algo que todos tenemos. Hasta cierto punto, todos tenemos una predisposición al mal. Pero están las leyes, ya sean religiosas o del estado, las leyes que gobiernan la vida común de los seres humanos. Si no existieran esas leyes sería el salvajismo”.
Cita a las novelas No manden flores, de Martín Solares, y Círculo de fuego, de Manuel Trujillo Muñoz, donde se representa la violencia generada por el narcotráfico.
“Tamaulipas, en el caso de Martín Solares, y Baja California, en el caso de Manuel Trujillo Muñoz. Pero también hay otros autores que voy a abordar hoy”.
En su investigación también destaca la presencia de dos autores laguneros. Por un lado, Gregorio García Muñoz indaga en dos novelas de Vicente Alfonso: Partitura para una mujer muerta (2008) y Huesos de San Lorenzo (2015). En este autor destaca una frase: “Todos podemos ser asesinos, siempre y cuando encontremos quién desee ser nuestra víctima”.
Gerardo García Muñoz indica que el mal es parte de la condición humana, que todos, de alguna manera, tenemos predisposición al crimen. Aquí cabe recordar un poema de Chales Baudelaire llamado ‘Mi corazón desnudo’: “Todo en este mundo suda crimen: el periódico, la muralla y el rostro del hombre”.
“El crimen es parte de la humanidad. Si nos vamos hasta los textos bíblicos: Caín que mata a Abel es el primer crimen registrado, al menos en nuestra tradición. El crimen es parte de la condición humana. Respecto al periódico, ya que lo mencionas, un papel importante ha sido la nota roja; los escritores de ficción adaptan el texto periodístico, el reportaje lo ensamblan en una ficción literaria, en un modelo policíaco”.
Otro de los autores abordados es Jaime Muñoz Vargas a través de Leyenda Morgan (cinco casos de sensacional policíaco) (2008). Se trata de un volumen que obtuvo el Premio Bellas Artes de Cuento San Luis Potosí 2005, nutrido por cinco cuentos que transitan por el género negro.
“Los cuentos policíacos de Jaime Muñoz Vargas y las novelas de Vicente Alfonso, suceden aquí en Torreón. Antes Torreón no era un escenario de la literatura, todo se concentraba en la Ciudad de México”.
Por último, destaca la presencia de dos autoras: Orfa Alarcón, con Perra brava (2010) y Norma Yamile Cuéllar, con Historias del séptimo sello (2010).
“Es interesante, porque son mujeres las autoras y sus personajes principales también son mujeres. Eso le da una perspectiva diferente. Por ejemplo, en el caso de Historias del séptimo sello, de Norma Yamile Cuéllar, escritora de Monterrey, el personaje es una periodista y el lenguaje es de una muchacha de clase media-alta típica de Monterrey. Y en el caso de Orfa Alarcón, el personaje es una muchacha, una chica de clase media-baja, se involucra con un muchacho que resulta ser sicario y hay una transformación: de una muchacha ingenua, se va a convertir en un personaje violento, por eso la novela se llama Perra brava”.