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Notre-Dame de París

J. SALVADOR GARCÍA CUÉLLAR

Por estos días reabre sus puertas la catedral de París después de una meticulosa restauración a causa del incendio ocurrido hace cinco años. Según los críticos, la reparación le dio nueva vida a tan emblemático edificio. París podría prescindir de la Torre Eiffel, edificada en 1889, pero no de su catedral casi milenaria (se inició su construcción en 1163).

La historia de la Iglesia de Nuestra Señora de París ha sido tortuosa, pues entre otros acontecimientos, este sagrado recinto fue profanado durante la Revolución Francesa, cuando una mujer llamada Sophie Momoro, con atuendo clásico fue llevada en procesión hasta el altar mayor de la catedral, donde fue entronizada. Los revolucionarios pretendían sustituir el culto a Dios por la adoración a la razón.

En el siglo XIX los críticos de arte -y los parisinos en general-, influenciados fuertemente por las ideas de la centuria de las luces, desdeñaban el arte medieval, decían que era un producto del oscurantismo, y aún más, pretendieron borrar todo vestigio de la edad media demoliendo cuanto edificio pudieron, con el fin de que el pueblo se olvidara de los productos de la fe cristiana, como los templos y los hospicios que en el pasado parisino habían sido propiedad de la Iglesia Católica. Afortunadamente la Catedral de Nuestra Señora se salvó de la demolición y ahora todavía podemos disfrutar de esta iglesia representativa de la ciudad de París y de la edad media europea.

El estilo arquitectónico gótico significó no solamente un movimiento de renovación estética, sino también técnica, pues los arquitectos lograron que la luz del día llenara el interior de los templos a través de vitrales mediante el uso de arbotantes que reforzaban las paredes a fin de que no colapsaran por el peso del techo. La catedral de París es gótica, pero tiene una gran parte de elementos románicos.

Ya hemos dicho en este espacio que son frecuentes las influencias entre unas artes y otras. El caso de Nuestra Señora de París, obra clásica de la arquitectura, no es la excepción, pues varios pintores se han ocupado de ella, por ejemplo el impresionista Gustave Louseau, quien pintó el famoso templo en toda su magnificencia. Aunque en este lienzo el entorno de la figura es claro y luminoso, la iglesia da la impresión de estar entre brumas, lo que le añade un toque misterioso.

El literato que mejor se ocupó de este templo fue Víctor Hugo, él escribió la Novela Notre-Dame de Paris. Ubica su historia en el siglo XV y todas las acciones se desarrollan con la famosa catedral como fondo.

En este libro aparecen personas pobres y de bajo linaje como protagonistas, esto manifiesta que se trata de una tragedia cuyos personajes, lejos de ser felices, son parte de una trama de perpetuo conflicto. Un hombre jorobado y tuerto llamado Cuasimodo, una gitana llamada Esmeralda y el arcediano del templo, son personas marginadas y padecen constante discriminación. Ellos se enfrentan al odio de una sociedad acostumbrada a la segregación y la intolerancia.

Víctima de un secuestro, la gitana Esmeralda es rescatada por Cuasimodo, quien trata de protegerla, pero la turba lo acusa del rapto y lo condena a suplicio público. Durante la tortura, el jorobado pide agua, y quien se acerca a darle de beber, es precisamente su supuesta víctima llena de compasión y ternura. Cuasimodo se queda atónito por la valentía de la gitana, que desafía a la multitud acusadora para socorrer a su supuesto victimario. Víctor Hugo, en un relato lleno de maestría nos refiere su historia, toda en el entorno de la Catedral de París, ya sea en sus alrededores, en su interior, en el atrio, o en las torres donde Cuasimodo ejerce su oficio de campanero sordo y sórdido. El edificio no es solamente el ambiente narrativo de las acciones, sino un personaje importante del relato. Lo que aquí le he referido es solamente un lacónico asomo a la fabulosa novela.

La catedral de Notre-Dame de París es testigo y protagonista de acontecimientos significativos de la historia. Templo románico y gótico, es añejo patrimonio de la humanidad ahora renovado y revitalizado.

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