Se requiere optimismo y voluntad de cambio para impulsar un gobierno que mejore las condiciones de vida de los mexicanos. La clave está en escoger los instrumentos idóneos para alcanzarlo. En sus cien propuestas de gobierno, Claudia Sheinbaum muestra una enorme fe en la capacidad del gobierno mexicano.
Muchas vienen del gobierno anterior, como ampliar Mexicana de Aviación; otras -como las Farmacias del Bienestar, que se construirán junto a las sucursales del Banco del Bienestar- son otra respuesta estatista al fracaso reciente que fue la distribución centralizada de medicinas. Se promete también la producción de un auto eléctrico accesible, el lanzamiento de un satélite espacial, más líneas de trenes de pasajeros, producción de litio, una fábrica de ++software++ público, aumentar la producción de petroquímicos y fertilizantes y muchas otras cosas. Lo pretende hacer directamente el gobierno, como la extracción del litio, aunque supongo que algunas propuestas, como la producción de un auto eléctrico, se harán en alianza con el sector privado, como sucedió con la vacuna Patria... un fracaso total.
Estas promesas no son el resultado de un análisis cuidadoso de qué es lo que más necesita el país, cuál es el mejor uso de los recursos públicos y en dónde el gobierno es más eficaz que el sector privado o viceversa. Además, prometen hacerlas a la par de una crisis de violencia en varios estados, de la implementación de la compleja reforma al Poder Judicial, del aumento de las transferencias sociales y de la necesidad de recortar el gasto público.
Las mayores novedades están en una agenda promujer, en el deseo de desarrollar un gobierno digital y en promover las energías limpias. Faltan los detalles, pero se dijo que la CFE producirá el 54 por ciento de la energía. Si no puede crecer su capacidad instalada, los privados no podrán hacerlo en su lugar y si la producen más barata, no por ello la podrán vender.
Sheinbaum hereda un gobierno capaz de cumplir los deseos presidenciales, pero incompetente en qué y cómo lo hace. El primer semestre de este año, Mexicana de Aviación movió 119 mil 500 pasajeros, un promedio diario de 656. ¿Qué sentido tiene gastar los recursos públicos en esto?
No se puede tener un gobierno competente cuando la gran mayoría de los puestos se asignaron con una lógica política. Ya sea para pagar favores (el titular de Aeropuertos y Servicios Auxiliares será el ex gobernador de Tabasco Carlos Merino) o por su cercanía con la Presidenta. En Pemex nuevamente llegará una camada de funcionarios administrativos cuyo mayor mérito es haber trabajado con ella en la CDMX.
Algunas de las promesas no tienen una racionalidad económica elemental: no se producirá más crudo que el necesario para refinar los combustibles que requerimos. Doble absurdo: el crudo que no saquemos hoy, en algunas décadas no valdrá gran cosa; y el otro, entre más refine Pemex, más dinero pierde.
De los cien puntos, al sector privado le dedicó el primero: "Gobernaremos con la obligada división entre el poder económico y político". Este es el principio fundamental de la llamada Cuarta Transformación. Es un buen objetivo si se entiende que no manden quienes tienen poder económico; es una ruta que termina mal si significa que el gobierno debe tener el poder discrecional para hacer lo que desee.
Sheinbaum prometió que habrá seguridad para la inversión. Esto puede ser suficiente para quienes la conozcan y confíen en ella. Pero no tendrá restricciones institucionales, sin las cuales, cuando quien detenta todo el poder se enoja, no se sabe cómo actuará. Tampoco tendrá frenos si trata de imponer sus obsesiones. Sin contrapesos, quien encabece una agencia pública podrá extorsionar en nombre de la jefa. Un gobierno que hace de más y lo hace mal y un sector privado amarrado que no podrá aprovechar todas las oportunidades no auguran un buen crecimiento económico.
@carloselizondom
ÁTICO
Sheinbaum hereda un gobierno capaz de cumplir los deseos presidenciales, pero incompetente en qué y cómo lo hace.