Así como se ha dicho y escrito, que las mexicanas y los mexicanos vivimos presas del miedo y la inseguridad, también se afirma que la sociedad mexicana de nuestros días es víctima de la ansiedad y la depresión, presentando un cuadro psicosociológico que le produce tristeza e infelicidad, traducido en lo que los ingleses llaman “stress”.
Ello se debe, en gran medida, a que vivimos en un estado permanente de insatisfacción, a la base del cual está la cuestión económica. Gastamos más de lo que ganamos; nos endeudamos más allá de nuestra capacidad de pago, lo que con el tiempo se convierte en una situación insostenible que nos presiona y produce tensión que termina por llevarnos a un estado de angustia y depresión; ansiedad por no poder cumplir con los pagos de las deudas que adquirimos.
Estamos deseando hoy y todos los días, objetos, artículos, bienes y servicios que no podemos adquirir, somos envidiosos, soberbios y prepotentes. Deseamos el automóvil del amigo, vecino o pariente; envidiamos al de enfrente porque tiene mejor casa que la nuestra.
En la oficina, en la fábrica o en el taller, en donde nos desempeñemos laboralmente, nos hallamos en situación de conflicto con los compañeros que perciben mejor pago que nosotros, sobre todo con los que consideramos estar mejor capacitados que ellos y por lo tanto, merecemos la misma o mejor retribución. Al no lograrlo por las causas que sean nos frustramos y esa situación nos produce estrés que se traduce en ansiedad y depresión.
Nos olvidamos de los auténticos y verdaderos valores y le damos más importancia a las cosas materiales; nos interesa más la casa, el auto, los viajes, la ropa, las joyas, los perfumes que la verdad, la humildad, la lealtad, el honor, la gratitud, la amistad y el amor.
El hombre de nuestro tiempo se ha vuelto egoísta e individualista y haciendo caso omiso de la solidaridad, se declara enemigo de la humanidad, dándole con esta actitud antisocial la razón a Blanco Belmonte cuando en su poema “El Sembrador” o “Sembrando”, dice:
“Hoy es el egoísmo, torpe maestro,
Al que rendimos culto de varios modos: Si rezamos sólo pedimos el pan nuestro;
Nunca al cielo imploramos pan para todos”.
Este cuadro ansioso y depresivo que presenta una mayoría de mexicanos afecta a la población en general, pues quien lo padece se vuelve taciturno e indiferente ante el mundo y la vida; pierde las “ganas” de realizar cualquier actividad; vive deseando cosas y sufriendo por no poder alcanzarlas. En muchos casos cae en la inapetencia, se convierte en un tipo agresivo, se margina o relega del grupo social; se vuelve hostil.
La situación se complica y se hace más difícil de resolver cuando el cuadro conflictivo lo padecen dos o más miembros de una familia, pues entonces se deterioran las relaciones familiares.
La familia que es el centro y origen de la sociedad se va minando poco a poco hasta que termina por desintegrarse, por lo que puede concluirse que la depresión y la ansiedad son un problema social.
Estamos inconformes con lo que tenemos; deseamos lo que tiene el otro; no compartimos con los demás lo que hemos alcanzado y obtenido. No reímos, difícilmente tenemos alegría. Padecemos de insomnio y creemos erróneamente que el dinero y el placer nos darán esa alegría que buscamos.
En resumen, los mexicanos y las mexicanas sufren de ansiedad y depresión porque incansablemente están deseando cosasmateriales, olvidando lamentablemente esta oportuna plegaria: ¡Señor, dame vida para gozar de las cosas, y no cosas para gozar de la vida!