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¿QUÉ PASA CON MI UNIVERSIDAD?

RAÚL MUÑOZ DE LEÓN

Guardo un consciente, razonado y discreto orgullo de ser egresado de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Tal orgullo deriva por la calidad de sus maestros y maestras, muchos de los cuáles al mismo tiempo, son autores de los libros de texto que llevamos en cada materia; por el plan de estudio, por el programa de materias, por la metodología en la enseñanza. Desde mi edad infantil manifesté mi intención y propósito de ser abogado y cursar la carrera en la UNAM. 

Don Raúl y doña Graciela veían y oían a su hijo, de 10 o 12 años de edad, hablar de un sueño, de una ilusión difícil, imposible quizás, de realizar. Pero lo realicé. A base de “aventones” llego a la Ciudad de México; acudo a la Facultad, apruebo el examen de admisión y en febrero inicio clases en el primer año de La Licenciatura en Derecho. Ya soy estudiante universitario de la UNAM. 

La Universidad Nacional Autónoma de México ha sido protagonista en los diferentes capítulos de la historia de nuestro país, siempre ha estado presente en los grandes acontecimientos sociales y políticos de México. Hoy el país se encuentra en una encrucijada, los sectores de la población confrontados debido a las ambiciones políticas, de quienes enfermos de popularidad están dispuestos a cometer los actos más deleznables con tal de seguir manteniendo el poder para satisfacer sus aspiraciones personales. 

Tenemos un Poder Ejecutivo que termina su periodo y pretende continuar mandando tras bambalinas, una Presidenta electa que pronto asumirá el mando de quien la hizo candidata y por ende ganar la elección presidencial y, por supuesto, tiene compromiso político con quien la apadrinó y encumbró. Todo parece indicar que Claudia será manipulada, avasallada por el que hoy es su protector y “amigo”, quien sólo esperará el momento oportuno para decidir la suerte final de la señora Sheinbaum Pardo: la revocación de mandato o el golpe de estado. Y tenemos un Congreso de diputados y senadores cuya mayoría absoluta pertenece a un solo partido, dándole una sobrerrepresentación en las cámaras que va en contra de la Constitución. 

Lo más grave y preocupante es que el ejecutivo presentó propuesta de reformas constitucionales con el aparente objetivo de limpiar al Poder Judicial, acusando a jueces, magistrados y ministros de corrupción e impunidad, pero su real propósito es acabar con este poder para no tener contrapesos que obstaculicen sus aspiraciones de autoritarismo y dictadura. 

Así, con un Congreso a modo y sin un poder judicial que defienda los derechos de la sociedad, tiene el camino despejado para hacer lo que le convenga. 

Lo criticable es que propone elegir a los funcionarios judiciales mediante el voto popular, lo que de darse, además de poner la justicia a merced de la política, es absurdo, ridículo, peligroso e inconstitucional. 

Ante esta caótica situación la gente esperaba como aun espera que la Universidad Nacional Autónoma de México por conducto del señor Rector, por medio del secretario general, o bien de la Dirección Jurídica, del Instituto de Investigaciones Jurídicas o de cualquier otra dependencia universitaria representativa hiciera un pronunciamiento, fijara su postura con relación a este panorama que pone en riesgo la paz social. 

Pero hasta ahora (29 de agosto) fecha en que se escribe esta columna esto no se ha producido. Ojalá que en los próximos días esto suceda; en este conflicto la UNAM tiene un papel muy importante que jugar. ¿Qué pasa con mi Universidad?

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Escrito en: Editorial Columnas

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