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NI SIQUIERA LA LEYERON

RAÚL MUÑOZ DE LEÓN

Es domingo 30 de septiembre. Tarde grisácea triste. Aniversario del natalicio del prócer mexicano, José María Morelos y Pavón, héroe mayor de nuestra independencia que le dio bases jurídicas al movimiento insurgente. Tarde triste y grisácea. Las reformas constitucionales propuestas por el expresidente fueron aprobadas por el Congreso de la Unión, y mal que bien, con vicios y defectos en su trámite procesal, ya son derecho vigente tras su publicación en el Diario Oficial de la Federación.

Repaso los textos de las reformas constitucionales recientemente aprobadas por el Poder Legislativo a iniciativa del Ejecutivo, cuyo resultado es el avasallamiento y destrucción del Poder Judicial, con lo cual se rompe el sistema democrático. Para que la democracia sea real y efectiva es necesario que el Ejecutivo tenga contrapesos para evitar que se caiga en la arbitrariedad que está a un paso del autoritarismo.

El Poder Judicial no puede desaparecer en un auténtico régimen democrático; a los excesos del poder hay que ponerle un freno, un límite, y eso es tarea del poder judicial, de los jueces, magistrados y ministros que lo integran. Si a un individuo común y corriente se le vulneran por parte de la autoridad sus derechos más elementales, que le corresponden como ciudadano y persona; cuando ve afectada su libertad, su propiedad, su dignidad, su familia, su domicilio, su patrimonio, su honor, ¿a quien acude para que lo proteja de un acto de autoridad que viole sus garantías constitucionales? Al poder judicial. ¿Y si éste ya no existe porque fue avasallado por el ejecutivo y el legislativo? Entonces estamos frente a un régimen arbitrario y violador del estado de derecho.

Los artículos 71 y 72 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos tienen claridad al establecer las etapas del proceso legislativo, que son iniciativa, discusión, aprobación, promulgación y publicación. El ex presidente López Obrador tanto interés tenía en que la reforma constitucional relativa al Poder Judicial fuera aprobada por ambas Cámaras para promulgarla y publicarla el 15 de septiembre, que seguramente dio indicaciones muy precisas a Ricardo Monreal, líder del Senado en esos días, para que a la minuta aprobada previamente por los diputados se le diera la mayor celeridad posible. Así lo hizo el líder senatorial: recibida la minuta que en la Cámara Baja fue aprobada, en vez de turnarla a las Comisiones respectivas para su estudio y dictaminación como lo ordena la Carta Magna, la agendó en el orden del día de la sesión extraordinaria de la Honorable Cámara de Senadores que, sin la previa primera lectura, fue sometida a votación y, obviamente, aprobada por los senadores morenistas y los de sus partidos satélites. No hubo discusión, es decir, no hubo debate, confrontación de las ideas, sino que el proyecto de decreto se pasó a votación y fue aprobado en sus términos.

Esta anómala situación permite que supongamos que los senadores aprobaron de manera irresponsable algo sin haberlo conocido; ese algo son las modificaciones que sufrió nuestro Código Político Fundamental, con el sólo propósito de quebrantar al Poder Judicial Federal y complacer el capricho del expresidente iniciador de las reformas, cuyas consecuencias aún están por verse.

Viene ahora lo más interesante y trascedente: elaborar las leyes secundarias, las de reglamentación y complementación, necesarias para darle eficacia a la reforma constitucional.

Otro sí digo: EL DISCURSO

Más allá de las posturas ideológicas y de las filiaciones políticas para ser congruentes con el criterio entre lo que se dice y se hace, debemos reconocer la calidad en las cosas, los hechos y las personas.

Una pieza oratoria con duración de 33 minutos, de magnífica estructura y perfecta pronunciación fue la llave de la puerta de entrada a la historia de Claudia Sheinbaum Pardo, al rendir la protesta de ley ante el Congreso de la Unión y tomar posesión del cargo de Presidenta Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.

Serenidad, concentración, seguridad, ante una audiencia de más de 1000 personas, (500 diputados federales, 128 senadores, 32 gobernadores, representantes de 105 países del mundo, invitados especiales, gente del pueblo, etc.)  es lo que proyecta Claudia en el discurso inaugural de su sexenio, pintando as quien la precedió su raya limítrofe en áreas esenciales y en tareas estratégicas. Claudia utiliza en su mensaje a la Nación, una comunicación abierta y clara, mediante el empleo de un lenguaje pleno de realidad, sin circunloquios ni muletillas.

El discurso de la Presidenta permite ver en el oscuro túnel de los seis años de terror que ya son historia, un rayito de esperanza y eso es comenzar bien.

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Escrito en: columnas Editorial

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