Dice una popular frase coloquial muy mexicana que "a fuerzas ni los zapatos entran", esto en relación a la reforma del poder judicial que fue aprobada bajo el capricho y la obstinación del gobierno mexicano y el partido en el poder.
Aquí dijimos la semana pasada que su aprobación en las Cámaras de Diputados y Senadores era inminente, pero no imaginamos que sería bajo un "fast track" muy a la mexicana en donde hubo de todo: presiones, amenazas y muy posiblemente sobornos.
Debido a negociaciones oscuras con el senador veracruzano Miguel Ángel Yunes y su padre del mismo nombre, Morena y sus aliados alcanzaron 86 votos en el Senado y con ello la mayoría calificada.
Se rompió el hilo por lo más delgado, los Yunes se han ganado la fama de tener una cola muy larga y eso sirvió para que el gobierno los doblara o como ellos dicen "los convenciera" de las bondades de la reforma judicial.
Meses atrás, en la campaña electoral, Yunes despotricaba a diestra y siniestra en contra del gobernador veracruzano Cuitláhuac García y el partido Morena. Pero la coalición PAN-PRI-PRD llevó en su pecado la penitencia al escoger a un candidato controversial que ahora los traiciona.
Con los tres poderes en la bolsa -Ejecutivo, Legislativo y Judicial--, vienen momentos muy difíciles y posiblemente tenebrosos para la democracia, la libertad y el desarrollo económico.
Esta reforma ha causado escozor en los sectores productivos en México y en el extranjero. El peso se ha devaluado más del 15 por ciento desde mayo mientras que miles de millones de dólares que estaban listos para invertirse en nuestro país están paralizados en Estados Unidos.
En el estado de Texas se frotan las manos porque infinidad de inversiones que venían a México, gracias al nearshoring, se podrían quedar en territorio tejano. La desconfianza es enorme por la elección vía el voto de los jueces, ministros y magistrados del poder judicial en México.
Quienes dominarán las elecciones serán el partido en el poder y sus aliados, además del crimen organizado, son los entes con capacidad de sobra para escoger candidatos y pagar sus campañas.
El poder judicial quedará en manos de políticos y de infiltrados de los capos de la mafia.
Queda la esperanza de que la frase coloquial que citamos al principio se haga realidad. No será nada sencillo para el gobierno y el partido dominante imponer a fuerzas esta reforma si persiste el rechazo de varios sectores en el país y en el extranjero.
Los empleados del poder judicial han levantado fuerte su voz, también los estudiantes y no se diga los dueños de la economía en el mundo. Esto nos recuerda cuando en 1982 el presidente López Portillo estatizó la banca e impuso el control de cambios. Los daños colaterales fueron enormes y la acción se revocó, pero pasaron muchos años para ello y para recuperar el vigor de la economía mexicana.
Esperamos que en esta ocasión no tarden mucho en corregir esta medida y que el próximo gobierno entienda de una vez por todas que sea aquí o en China "a fuerzas ni los zapatos entran".
La reforma de López Obrador y Morena no es de ninguna manera la mejor vía para modernizar y depurar al poder judicial que sin lugar a dudas requiere cambios profundos.
Pero nunca a través de imponer leyes constitucionales que el gobierno morenista no se ha tomado la molestia de explicar y convencer a quienes no están de acuerdo con los mismos.
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Poco más de 67.1 millones de televidentes registró el debate protagonizado por Kamala Harris y Donald Trump el pasado martes, superando ampliamente al encuentro del ex presidente con Joe Biden el pasado mes de junio que fue visto por 51 millones de personas. El récord lo mantiene el primer debate Donald Trump-Hillary Clinton celebrado en el 2016 y que alcanzó una audiencia de 84 millones de telespectadores.
