Las historietas conocidas como pepines o revistas de monitos fueron uno de los fenómenos culturales del siglo pasado, se produjeron tirajes legendarios y fueron un hito en la industria de los medios masivos de comunicación y de la industria editorial mexicana; pertenecen al género de la narrativa ilustrada conocida en Francia como "bande dessinée", en Estados Unidos y otros países de habla inglesa como "cómics", en los países orientales como mangas y en otros como historias pintadas o en cuadritos ya que utilizan el diseño de imágenes fijas -dibujos, fotografías o ambas- en una secuencia narrativa acompañada de texto, diálogos, u onomatopeyas para contar la historia en movimiento y en papel.
En los años veinte las tiras cómicas aparecen en los periódicos como bandas o en suplementos, Jesús Acosta Cabrera crea a Mamerto y sus conocencias dibujada por Hugo Tilghmann -publicada en El Universal desde febrero de 1927 hasta 1940 - y a Chupamirto, precursor de Cantinflas, quién representó al pelado ingenioso y mañoso que vivió y sobrevivió al día desde distintos oficios y empleos y dónde siempre salió airoso de los problemas.
En los años 30 las tiras se independizaron de los periódicos y aparecieron como revistas que reunían distintos cuentos, fueron consideradas principalmente para el público infantil y quizás por ello en México tuvieron en un inicio nombres como Paquín, Paquito o Pepin, sin embargo, sus lectores fueron jóvenes adultos y se abrió un insospechado mercado de novelas gráficas para adulto que retrataron la cultura popular de la época.
Debido a la popularidad de la revista Pepin se adoptó el nombre de pepines para referirse a las historietas de esa época de formato pequeño (13 X 16 cm), impresos en una sola tinta, de periodicidad diaria y "de continuará" hasta que en los años cincuenta se adoptó el modelo del "comic book" norteamericano y las series aparecieron en fascículos exclusivos, en un tamaño de 23X17.5 cm, impresos a color, con episodios conclusivos y publicados semanal o quincenalmente; este nuevo formato tuvo gran aceptación y se convirtió en literatura volante para ser leída en los camiones, en los ratos libres o sitios de espera.
La historieta popular mexicana es una especie en extinción. Muy pronto no quedarán más que huellas y algunos vestigios, desde los 80 los nuevos modos de narración televisiva como las telenovelas y caricaturas reemplazaron las fotonovelas y libros de cuentos, y ahora el Internet y las nuevas herramientas de creación reemplazan el soporte del papel a historietas en línea.
La Hemeroteca Nacional ha catalogado más de 1400 revistas de historieta popular en México en un archivo público y disponible en https://pepines.iib.unam.mx/ en los géneros de aventura, humor, melodrama y didáctica en los que se puede consultar a los autores, ilustradores, argumentistas, la técnica utilizada y la fecha de publicación y en el que seguramente encontrarán material de la propia memoria y de la historia cultural de nuestro país.