LOS PERROS Y SU NOBLEZA
Hace algunos años, estudiantes de alguna carrera relacionada con la Biología, durante su estancia en la facultad realizaban prácticas con animales, desafortunadamente los perros callejeros eran los candidatos ideales, abundaban en la ciudad, se les otorgaba una mejor calidad de vida a consta del aprendizaje de los futuros profesionistas.
El protagonista de esta historia, un perro de tres años de edad, con algún rasgo lejano de labrador, noble y fiel con un carácter tranquilo y amigable, se le practicó una esplenectomía (extirpación del bazo) como práctica de cirugía, los pacientes que utilizan para estos casos, se tienen que dar de alta en perfecto estado de salud, para que el maestro apruebe la asignatura.
Recuerdo de estudiante realizábamos estas cirugías, al equipo que falleciera el paciente reprobaba la materia de técnicas quirúrgicas, así que nos esmerábamos en el postoperatorio con la aplicación de medicamentos, curaciones y sobre todo una buena alimentación, realmente nuestro paciente la pasaba bien, pues jamás había recibido un trato tan esplendido, a tal grado que al darlos de alta, no querían abandonar la escuela después de haber servido como práctica, y no querían regresar a esa vida de "perro" en las calles sufriendo una vez más hambre y vejaciones.
Habrá quién no esté de acuerdo con estás cirugías de práctica que se realizan en las escuelas, que se hacen con gran responsabilidad y bajo la supervisión del maestro, gracias a ello aprendimos a realizarlas, que fue de gran ayuda al inicio de nuestra profesión en el campo, tomar la decisión de operar de emergencia y salvar la vida del paciente, que en ocasiones era el patrimonio de la familia.
En nuestra profesión son tan diferentes las cirugías por las diferentes especies, como una cesárea en una cerda con diez crías, a una vaca con una cría de cincuenta kilogramos, una gastrectomía en un perro a una ruminotomía de una vaca de cuatro estómagos con un contenido de cuarenta kilogramos de alimento, siendo el único recurso el veterinario recién egresado en aquellos lugares alejados de la ciudad, jamás hubiésemos sido veterinarios competentes sin esas prácticas en los animales en la facultad.
Hoy en día se usan perros sintéticos de gran precisión anatómica con softwares de simuladores de enfermedades, con un corazón que late y sangra cuando se hacen incisiones quirúrgicas, que no existían hace cincuenta años.
Algo parecido sucedió con este perro que llegó a ser mi paciente por años, después de su convalecencia, los estudiantes le dieron de alta y regresó a su lugar de origen, la calle. Al no saber qué hacer, le siguió hasta su casa a una de las futuras profesionistas que lo atendía durante su recuperación, la mamá de ella se compadeció del perro y le dio de comer y de beber. Posteriormente fue mi paciente "Viejito", así le llamaron por noble y tranquilo, pasaba por él para baño y aplicación de vacunas, cuando lo cargué por primera vez para introducirlo a la jaula transportadora, aún contaba con las suturas de la cirugía y el residuo azul del líquido de curación, se encontraba en un estado de desnutrición lamentable.
"Viejito" es uno de esos perros que todo veterinario le gustaría tener de paciente, de excelente carácter y agradecido, se veía que disfrutaba las atenciones que le otorgábamos. Pasó el tiempo y no volví a saber de él, antes del año volví a recibir la llamada de la dueña, era tiempo de vacunarlo y de sus pastillas contra parásitos, no se parecía nada aquél perro que había conocido anteriormente, se encontraba en perfecto estado de salud, habían hecho un cambio total en él. Aunque su dueña al principio quiso deshacerse de él, pues ya contaba con otra mascota, "Bella", una Hoskie Siberian que tenía pocos días de haber tenido a sus cachorros, así que decidió regalar a "Viejito" a un velador, pero al darse cuenta de la falta de cuidados hacia el perro, lo recogió nuevamente, después muy apenada me confesó que optó por lo que hacen algunas personas que ya no quieren a sus animales, lo llevó en el automóvil a un lugar lejano y lo abandonó, pero cuál sería su sorpresa, que al día siguiente encontró al fiel guardián meneando el rabo de gusto al ver nuevamente a su querida ama, estaba en el mismo lugar de costumbre, a un lado de la puerta principal de su casa, sin guardar una ápice de rencor, como si todo hubiese sido un malentendido al dejarlo olvidado sin querer. Desde entonces "Viejito" no se separa de su hogar, y tiene un lugar especial en la familia, pero sobre todo en el corazón de su dueña, que siempre tuvo el don de amar a los animales.