El 91 por ciento del agua tratada que se produce en Torreón se destina al uso agrícola, básicamente al riego de forrajes, con costos de operación que además son superiores a lo que se obtiene por la venta del producto; solamente un pequeño porcentaje, el que corresponde al líquido para uso industrial, representa utilidad.
La escasa rentabilidad de la planta de tratamiento de aguas residuales obedece a que, al no estar operando dentro de la norma sanitaria vigente, el agua que genera carezca de las condiciones y estándares de calidad para emplearse en otras actividades, aunado a que los contratos que se establecieron desde su construcción no han sido modificados en sus condiciones.
A esto se suma que la infraestructura ya quedó rebasada por el crecimiento y las necesidades de la ciudad, donde por lo menos se requiere otra planta en el sector norte, hacia donde el crecimiento es más pronunciado.
De acuerdo con los plazos establecidos en la prórroga que la Comisión Nacional del Agua (Conagua) concedió al Municipio para cumplir la normativa vigente, a mediados del próximo año tendrá que decidirse la construcción de una planta tratadora que sustituya a la actual, en los mismos terrenos donde ésta se ubica.
De no atender el cronograma, que hasta ahora se ha cumplido, el Sistema Municipal de Aguas y Saneamiento (Simas) se vería obligado a absorber el costo de los derechos de descarga, cerca de 15 millones de pesos trimestrales, que con la prórroga en curso se le reintegran para destinarlos a obras de infraestructura sanitaria.