EFE
Dio con la historia por casualidad. El escritor y periodista español Sergio del Molino (Zaragoza, 1979) abordó un tema oculto que aparentemente se encontraba a la vista. Entonces lo asediaron los fantasmas de un relato. En 1916, 400 alemanes se instalaron en Zaragoza. Procedían de una colonia en Camerún, misma que abandonaron luego de que los aliados tomaran esas tierras en la Primera Guerra Mundial.
Del Molino asegura que ante las grandes cosas que están ocultas, sólo es necesario alguien que levante una piedra para descubrirlas. Su ciudad aún mantiene restos de la presencia germana, como la tintorería Tinte de los Alemanes y otros negocios. Pero no había reparado en ello, hasta que se topó con unos papeles de propaganda nazi impresos en español en el año 1944. Entonces decidió elaborar una ficción sobre una familia contemporánea heredera del legado de esos alemanes.
"Intentando averiguar el origen de esos papeles es como llegué a la historia de los alemanes del Camerún. Llegué a conocer toda su epopeya, llegué a investigarla y a escribir una serie de crónicas. Yo era periodista entonces y lo primero que hice fue escribirla en El Heraldo, en prensa. Luego se convirtió en un libro, en un ensayo y ahí rescaté toda la historia hace más de 15 años. Hicimos una exposición, lo contamos a la ciudad".
Desde entonces esa historia lo ha acompañado. Incluso es el corazón Los alemanes (Alfaguara, 2024), su más reciente novela que le valió recibir el Premio Alfaguara de Novela 2024. El autor se sincera, confiesa que le costó aprender el funcionamiento de los alemanes y su importancia para entender la identidad y otras cuestiones relacionadas con el mundo contemporáneo.
"Me alegro mucho de haber escrito una novela tan zaragozana en ese sentido. Me alegro mucho de haber podido construir una historia universal a partir de mi propia ciudad, a partir de un fenómeno que ocurre estrictamente local. Era importante que hubiera una presencia muy fuerte de Zaragoza en la novela, garantizar que todo mundo se identificase con ella, saber que había un trazo de realidad, que había un trozo de un lugar donde estas cosas habían ocurrido".
INICIAR DESDE LA MUERTE
El reconocido poeta chileno Raúl Zurita ha indicado en diversas ocasiones que la historia de la literatura occidental comienza con el funeral de Héctor en La Ilíada. La novela de Del Molino también arranca con un sepelio. El músico de nombre Gabi ha muerto y sus hermanos Fede y Eva acuden a darle el último adiós. Los tres cargan una herencia familiar intangible a la que deben enfrentarse. Los cuerpos en el cementerio no son los únicos muertos que los rodean, detrás de ellos siempre están los fantasmas de sus antepasados alemanes. Al autor le sorprende la observación, porque aunque es obvia, es la primera vez que se la hacen.
"Muy bien visto. La referencia es clarísima y no la ha visto mucha gente. La literatura es un lamento, un lamento por un amigo muerto, por alguien muerto, y siempre lo ha sido. Dicen que los dos temas de toda la literatura son la muerte y el amor, y es difícil distinguirlos. Para mí es difícil incluso desligarlos como si fueran dos temas distintos; la muerte y el amor son el mismo tema a la vez. En ese sentido, quería entroncarme en lo más clásico y en lo más profundo de la tradición literaria".
Del Molino subraya que en cada libro que escribe intenta retornar a la caverna, a una sensación de narración oral y conexión entre autor y lector, capaz de remitir a lo primitivo, de devolver la emoción del contador de historias. Más que a la vanguardia, Sergio del Molino siempre prefiere remontarse a lo más antiguo.
"Prefiero ser prehistórico a ser vanguardista, sin que eso me convierta en un reaccionario. No me siento reaccionario en absoluto, creo que lo moderno es la prehistoria. Esta es una novela donde la muerte es muy importante, como lo es en buena parte de mi literatura. La muerte, el pasado y los fantasmas son cruciales. En buena medida puede leerse como una novela de fantasmas que nos asechan, nos hostigan, que vienen a nosotros. Y de vez en cuando se pone un poco críptica la novela y aparecen ecos fantasmales en algunos sitios, en algunos personajes, como la madre o el propio padre que está entre dos tinieblas, entre dos mundos, como el padre de Eneas (en La Eneida)".
Pero los hermanos en 'Los alemanes' no quieren cargar al padre para salvarlo de la destrucción de Troya. No bajarán al infierno por él, no lo rescatarán.
Una de ideas que surcan en la literatura de Sergio del Molino es que la patria es una ficción literaria, una construcción imaginaria de las colectividades. Es comunitaria, necesaria para establecer vínculos (al principio tribales, luego complejos). El gran fracaso de la Ilustración, apunta, fue la creencia de que se podía organizar a la sociedad bajo términos racionales, de que se podía establecer un contrato social al estilo de Rousseau, un pacto de caballeros donde se excluyeran las emociones.
"Las personas no funcionamos así, nos vinculamos emocionalmente unas con otras y las patrias es una forma de hacer que gente, que de otra forma no tendría nada que decirse, nada que ver y que son completamente extranjeros unos para otros, de repente encuentran un sentimiento de hermandad. Ese sentimiento de hermandad los lleva a colaborar y a crear estructuras complejas. Me parece una forma de sobrevivir, somos una especie cooperativa. Esas historias de que construimos a la patria… evidentemente no hay patrias naturales, ninguna, son todas artificiales, una construcción literaria colectiva".
Sergio del Molino presentó su novela en la más reciente edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), que se llevó a cabo a principios de diciembre.