(FOTO: RAMÓN SOTOMAYOR)
La promotora de lectura Sandra Ríos Agüero comenzó a asistir a centros de rehabilitación, mejor conocido como “anexos”, desde hace tres años y medio. En esos lugares, donde se intenta desintoxicar a quienes se han vuelto dependientes de las drogas, ha logrado instaurar clubes de lectura y motivar a estos jóvenes para que se interesen por la escritura.
Uno de esos centros de rehabilitación atiende exclusivamente a mujeres. Con esfuerzo y amor por la palabra, incentivó a 16 de estas chicas para que escribieran y compartieran sus historias. El resultado se condensó en el libro titulado ‘Nuestra voz desde el anexo’, el cual fue presentado este jueves en Casa Mudéjar, en una actividad organizada por el Instituto Municipal de Cultura y Educación (IMCE).
Este trabajo literario fue coordinado por la propia Sandra Ríos Agüero, quien se asesoró con las escritoras Claudia Soto y Elena Palacios. Se emplearon varios meses para pulir las historias, editarlas, revisarlas y otorgarles el visto bueno.
“Desgraciadamente, la drogadicción es un tema de moda, muy del día, que estamos viviendo en la sociedad, con los jóvenes. Ahorita cualquiera tiene acceso a las drogas, están baratas, son fáciles de conseguir, eso es muy alarmante. Por eso fue que dije, hay que hacer algo, por lo menos para pasar un mensaje”, indicó en entrevista Sandra Ríos Agüero.
Las historias incluidas en ‘Nuestra voz desde el anexo’ abordan temas de gran crudeza. Para Ríos Agüero, no se puede negar la realidad, pues es algo que observa cada semana, cuando de dos a cinco nuevos adictos entran a estos centros de rehabilitación.
La publicación de estos testimonios cuenta con la autorización de sus distintas autoras. La coordinadora asegura que la lectura ha ayudado a moldear el pensamiento de estas mujeres.
“Ahora que sacamos el libro, por ejemplo, una de las chicas me puso una dedicatoria y me dice: ‘Muchas gracias por venir y traernos lectura, y hacerme cambiar mi pensamiento para tener otra manera de ver la vida a través de los libros’, imagínate si no les va a ayudar”.
Según lo comentado por la coordinadora del libro, la familia es el principal foco rojo en las historias personales de estas chicas y su vulnerabilidad ante las drogas.
“En realidad cada una tiene su historia y todos estos son factores. En el libro nos cuentan por qué motivo se metieron ahí, porque inclusive la mayoría de las chicas no entraron ahorita con la edad que tienen. Por ejemplo, hay una chica de 22 años que se droga desde los 12. Hay otra chica de 35 que se droga desde los 30. Son diferentes situaciones. Por eso son 16 historias distintas, pero sí me doy cuenta de que hay un factor: la familia, el abandono, la falta de atención”.