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Las mascotas forman parte de la vida diaria de muchas personas. Son compañeros de niños y adultos. En el caso de los primeros, contribuyen a su formación en tópicos como aprender a ser responsables y respetar a los seres vivos. Además, proporcionan algo nada desdeñable: compañía, afecto y horas de diversión.
Sin embargo, la relación conlleva riesgos de salud para los cuidadores, es decir, enfermedades que se transmiten desde las mascotas hacia los seres humanos. Así las cosas, no forman parte de este recuento males como el moquillo o el parvovirus canino.
En primer lugar, debe mencionarse que todos los animales pueden albergar gérmenes, virus, bacterias y hasta hongos. ¿Cómo llegan a un huésped humano? Medios habituales son arañazos y mordeduras; no obstante, el contacto con excrementos, saliva o la caspa animal también puede enfermar a la gente.
Estos males afectan de diversas maneras. La situación es más delicada cuando los afectados son niños de escasa edad (menos de cinco años), mujeres en gestación o individuos cuyas defensas están débiles a causa de algún padecimiento.
LO BÁSICO
No se trata, desde luego, de desalentar a quien tiene o piensa sumar una mascota a su cotidianidad. Está claro que, en muchos casos, los animales de compañía llegan a ser considerados miembros de la familia. Sin embargo, conviene tener presentes algunas cuestiones de salud. Por ejemplo, no es conveniente que en un hogar donde viven lactantes haya anfibios o reptiles.
Una buena medida es considerar el estado de salud y la edad de los más pequeños. Una mascota que exige un contacto frecuente no es recomendable cuando se tiene en casa a un menor inmunodeprimido; causas de ello pueden ser una infección por VIH o padecer cáncer y recibir quimioterapia.
PERROS Y GATOS
A continuación, se mencionan enfermedades transmitidas por perros y gatos, que suelen ser los compañeros más frecuentes en los hogares y, por tanto, acarrean más infecciones que se trasladan a los seres humanos.
La campilobacterosis, por ejemplo, surge a partir de la presencia de la bacteria Campylobacter jejuni. Se manifiesta como dolor abdominal, diarrea, fiebre. Por lo general, el agente infeccioso se ubica en el tubo digestivo del animal. Entrar en contacto con las heces de caninos o felinos basta para adquirirla.
La C. jejuni es considerada la principal causa de gastroenteritis bacteriana en la actualidad. También llega a las personas por medio de agua contaminada o carne medio cruda. Se trata de una infección contagiosa, puede pasar de un miembro de la familia a otro. Tratarla demanda antibióticos.
El arañazo de un gato puede transportar bacterias como la Bartonella henselae. Sus síntomas incluyen inflamación y molestias en los ganglios linfáticos, además de fiebre, cefaleas y fatiga. Este padecimiento, por lo general, suele remitir sin exigir tratamiento. Los casos graves, poco frecuentes, demandan antibiótico.
La rabia es una enfermedad severa causada por un virus. Ingresa al organismo a través de una mordedura o cuando la saliva de un animal que es portador entra en contacto con una herida en la piel humana. Perros, gatos, mapaches, murciélagos, mofetas y zorros pueden transmitir este agente nocivo. Gracias a la vacuna antirrábica se ha reducido el número de afectados tanto entre animales caseros como entre las personas.
La fiebre maculosa de las montañas rocosas se origina a partir de la mordedura de garrapatas que transmiten la bacteria Rickettsia ricketsii. Además de dolores de cabeza y musculares, así como escalofríos y fiebre elevada, se registra una erupción que alcanza muñecas, tobillos, las palmas de las manos, las plantas de los pies y el tronco. Su tratamiento incluye antibióticos.
HONGO Y LOMBRIZ
Hay una infección cutánea, la tiña, que es provocada por varios tipos de hongos presentes en la tierra y en la piel de los individuos y de los compañeros animales. Tocar a un portador es suficiente para que ocurra la transmisión. Suele manifestarse como un área de la piel que se ve redonda y está seca y escamosa; la rodea un contorno rojo y abultado. Cuando afecta el cuero cabelludo puede haber inflamación. Se trata con antifúngicos, ya sea en forma de champú o crema. También puede utilizarse medicamento administrado por vía oral.
Una lombriz parasitaria denominada Toxocara habita los intestinos de perros y gatos. Sus huevos son eliminados mediante la evacuación. El resultado es que se contamina la tierra. Luego, si los niños juegan en esa tierra, y alguno de los infantes llega a ingerirla, vienen los problemas.
Los huevos alcanzan el intestino y ahí se abren. Después, las larvas que salen se desplazan hacia otros órganos. Sus signos incluyen fiebre, tos, agrandamiento del hígado, erupción e inflamación de ganglios linfáticos. Así se llega al diagnóstico de toxocariasis. Por lo general, los síntomas desaparecen sin necesidad de intervención alguna. Eso sí, el médico puede prescribir medicamentos para eliminar las larvas, porque si estas se suben al torrente sanguíneo y alcanzan el ojo, provocan la llamada toxocariasis ocular, que puede acarrear una ceguera permanente.
QUERERLOS Y CUIDARNOS
Para finalizar, hay que dedicar unas palabras a la toxoplasmosis, enfermedad que se transmite por contacto con un parásito presente en las heces de los gatos. En la mayoría de las personas con buena salud, se trata de una infección asintomática.
Cuando se manifiesta hablamos de dolor de garganta, malestar muscular, erupción, inflamación de ganglios linfáticos, fiebre y fatiga. Por eso las embarazadas deben evitar el contacto con excremento gatuno. Aquellos con defensas bajas se exponen a padecer complicaciones graves cuando contraen toxoplasmosis.
Así es el panorama de las enfermedades transmitidas por los animales de compañía con mayor presencia en los hogares. Como se puede apreciar de la breve descripción de cada mal, vacunas e higiene son nuestros aliados para impedir que el contacto con los mundos canino, felino y demás se convierta en causa de un malestar o de algo peor. Quererlos y cuidarse a uno mismo bien pueden sintetizar la mejor forma de llevar la relación.
