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¿Qué lugar queremos tener en el mundo?

Jorge Álvarez Fuentes

Vendrán importantes decisiones. Decisiones que determinarán el porvenir democrático del país. Comprensible que la atención y las recientes confrontaciones hayan estado centradas en el ámbito interno, en resolver los desafíos de la gobernabilidad democrática después de más de tres décadas de reformas electorales y políticas en la búsqueda de transformar el país, con avances, pero también con retrocesos, luego de tres alternancias en el poder ejecutivo.

No podemos perder de vista los imperativos del ámbito externo, los alcances que los factores internacionales tienen sobre nuestra democracia, independencia y soberanía. Minimizar las ineludibles condicionantes de la política exterior sobre nuestras relaciones políticas, económicas y comerciales, podría redundar en graves regresiones para nuestro desarrollo sostenible. No debemos seguir creyendo que, como las relaciones exteriores importan poco en las preferencias electorales, son menos determinantes y tienen un valor secundario. Sin una visión estratégica no tendremos una verdadera política exterior de Estado.

Más pronto que tarde sobrevendrán, en los hechos, los imperativos de nuestra interdependencia, empezando por las relaciones intermésticas (internacionales y domésticas) con los Estados Unidos, seguidas de nuestros cambiantes vínculos con nuestros vecinos; sin dejar de lado las relaciones con China y los lazos zigzagueantes con países en América Latina y el Caribe, el Atlántico y el Indo Pacifico, que exigirán definiciones claras y efectivas respecto de las amenazas a la paz y la seguridad internacionales, los desafíos de la economía global, las fronteras, las migraciones, el comercio internacional, la transición energética, la emergencia climática y el agravamiento de las desigualdades globales, en medio de una progresión tecnológica exponencial, sin precedente.

Se avecinan tiempos difíciles, no de continuidad o inercia, donde la enorme complejidad y las turbulencias de una época civilizatoria irruptora puedan escamotearse en una falaz autarquía. No somos el ombligo del mundo, no es ahí donde nos encontramos. Luego de un errático desempeño internacional debemos plantearnos preguntas fundamentales: ¿dónde se encuentra México hoy en el mundo?, ¿qué lugar queremos y podemos tener en las grandes transformaciones globales? ¿qué peso e influencia puede tener México para promover y salvaguardar nuestros intereses si queremos mantenernos dentro de las primeras 15 economías del mundo? ¿cómo actuar de manera responsable en los foros internacionales, esgrimiendo el derecho internacional, frente a las crecientes tensiones geopolíticas?

La embajadora emérita Martha Bárcena, bien nos cuestionaba: "¿Apoyaremos un mundo multipolar o vamos hacia una nueva bipolaridad de Estados Unidos y la Unión Europea, por un lado, y China y Rusia en el otro polo? ¿Cómo navegar la confrontación o competencia entre Estados Unidos y China sobre temas como transición energética, minerales raros, economía verde, inteligencia artificial? ¿Cómo nos afecta la imposición estadounidense de aranceles a China? ¿cuál es la visión de México para América Latina y el Caribe?"

Para poder sortear el presente, idear y proyectar el futuro necesitaremos comprender mucho mejor los complejos y cambiantes escenarios mundiales. No será sólo cuestión de volver atrás o persistir en los principios constitucionales. Tendremos que resolver los temas pendientes y solucionar los múltiples acuerdos y desacuerdos bilaterales, multilaterales, trilaterales y regionales, proceder a desahogar los paneles de controversia y conseguir la revisión del T-MEC, lograr la firma del TLCUEM, atender los formidables desafíos de la seguridad interior planteados por las organizaciones criminales transnacionales y los carteles del narcotráfico y cooperar para enfrentar juntos la epidemia del fentanilo y el tráfico ilícito de armas. Se reelija Biden o regrese Trump en noviembre, necesitaremos ayuda, participar y ser capaces de recuperar nuestro prestigio internacional.

Cualesquiera que sean los resultados en ambas elecciones, el gobierno de México necesitará replantearse, con urgencia, cómo vamos a comportarnos y relacionarnos con el mundo exterior. Las manecillas del reloj del tiempo histórico no girarán en sentido inverso para México, ni marcaran favorablemente la hora para los mexicanos, incluidos aquellos que, siendo parte esencial de la nación allende nuestras fronteras contribuyen no sólo con sus cuantiosas remesas.

Nuestra interdependencia e interconexión con el mundo son hechos. Sean los impactos para México como socio comercial frente a las inversiones y disputas comerciales de EUA y China, sea el apretado margen de maniobra entre las dos primeras economías del mundo, respecto de la producción agropecuaria y la seguridad alimentaria, las energías limpias, la fabricación y exportación de automóviles y autobuses eléctricos estadounidenses y chinos, de microprocesadores y las autopartes en América del Norte o frente a un imposible desacople industrial y un impensable avance de las telecomunicaciones y la red 5G, sin China.

Para aprovechar las oportunidades y participar de los beneficios de la relocalización de las empresas necesitamos resolver sin más demoras la seguridad y el estado de derecho y garantizar los suministros de energía eléctrica y agua. Sólo así aseguraremos las cuantiosas inversiones públicas y privadas que requerimos en infraestructura. Prevalece, amenazadora, la disputa entre los gobiernos de EUA y México en torno a una importante cantera de piedra caliza y un puerto en Quintana Roo que podría desembocar en la perjudicial expropiación de la empresa. Alarman los señalamientos estadounidenses sobre presuntos nexos financieros de empresas chinas con carteles mexicanos. Persisten las diferencias transfronterizas sobre la gestión de la migración concebida desde la seguridad nacional; o sobre la asignación de los volúmenes de agua en la frontera norte, si no revisamos el tratado de aguas internacionales de 1944. Vendrán presiones y condicionamientos. Las reformas en los sistemas migratorios exigirán el pleno respeto de los derechos humanos.

Entendamos el lugar que debemos ocupar en el mundo antes de ser relegados.

@JAlvarezFuentes

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