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¿Qué tanto piensan Rusia y EUA en el Imperio romano?

ARTURO GONZÁLEZ GONZÁLEZ

Es una longeva obsesión, pero la historia de Roma se proyecta sobre el presente con sus luces y sombras. Cuenta la leyenda que cuando Rómulo y Remo iban a fundar su propia ciudad, discutieron sobre el lugar en el que debería asentarse y quién figuraría como fundador principal. Se sometieron a los augurios y miraron al cielo para ver quién observaba más aves. Remo contó seis; Rómulo, doce. Los dos se asumieron ganadores. Si bien Rómulo había visto más, Remo argumentó que había visto sus seis primero. Sin acuerdo, Rómulo construyó un muro en el monte Palatino para delimitar su ciudad. Remo se burló de lo que hacía y con actitud desafiante brincó el muro. Rómulo se enojó tanto que mató a su hermano de un palazo en la cabeza. Y así se quedó como fundador único de la ciudad a la cual le puso Roma en su propio honor. Los "hijos" de la loba representan las dos tendencias del imperialismo romano: la invasión (Remo) y la defensa (Rómulo).

Roma pasó de ser una pequeña ciudad del centro de la península itálica a convertirse en un imperio que abarcó toda la cuenca del Mediterráneo y más allá. Una de las justificaciones del expansionismo romano fue que, para evitar la invasión de otros pueblos, Roma debía invadir sus territorios primero. Sí, los romanos inventaron la "guerra preventiva". Te conquisto antes de que me conquistes. La nueva tierra conquistada servía como zona de amortiguamiento. Pero había un problema: siempre surgía una nueva frontera que obligaba a conquistar más tierra para protegerla. Es la lógica de la defensa por expansión. Así, Roma alcanzó su máxima extensión con el emperador Trajano en el siglo II de nuestra era para abarcar desde lo que hoy son Reino Unido, Portugal y Marruecos hasta los actuales Rusia, Irak y Egipto.

Al morir Trajano, su hijo adoptivo Adriano llegó al poder y cambió la política exterior del imperio. Parece que el nuevo emperador se dio cuenta de que la lógica expansionista era una historia sin fin que, además, podía poner en riesgo la estabilidad del imperio. Así que renunció a parte de las conquistas de su predecesor y se abocó a fortalecer con muros las fronteras imperiales que comenzaban a ser hurgadas por pueblos nómadas y seminómadas que buscaban, a su vez, tierras dónde vivir debido a la presión demográfica y a la acción hostil de otros pueblos. Así, de la lógica de la defensa por expansión, vigente durante cinco siglos, se pasó a la lógica de la defensa por aislamiento que prevaleció durante otros cuatro siglos. El Imperio romano alcanzó la cúspide de su poder a mediados del siglo II sólo para comenzar su larga y lenta decadencia. Y ¿qué tiene que ver todo esto con Estados Unidos y Rusia? Más de lo que creemos.

Las dos lógicas de la defensa aplicadas por Roma están presentes en esas potencias. Durante los primeros 125 años de su existencia, EUA se expandió desde una pequeña franja en la costa oeste hasta ocupar todo el territorio entre los océanos Pacífico y Atlántico y entre el río Bravo y los Grandes Lagos… y con Alaska tocó el Ártico. Tras este ciclo de expansión territorial que le garantizó un enorme espacio abundante en recursos y tierras fértiles, y con acceso privilegiado a los principales océanos, EUA modificó su política imperialista para ajustarla a un mundo en proceso de descolonización. De una república de imperialismo territorial pasó a ser, tras la Segunda Guerra Mundial, un estado de imperialismo militar y económico, con presencia en los cinco continentes, ya sea de forma indirecta, a través de sus corporaciones transnacionales, o directa, gracias a sus más de 250 bases militares. Este despliegue de fuerza armada explica en buena parte el abultado gasto de defensa de EUA.

Pero en los últimos años, EUA ha adoptado una visión cuasi esquizofrénica de la mano del populismo de ultraderecha que impone su visión. No obstante que es el país con mayor presencia militar en el mundo, se asume como un estado amenazado. El expresidente y nuevamente candidato Donald Trump dijo hace unos días en la frontera con México que su país sufría "una invasión". Ya desde su primera campaña defendió la idea de construir un muro (sí, como los romanos) en el límite sur para tratar de frenar la inmigración. Pero la idea del muro no surgió con Trump. Desde la administración Clinton se vienen construyendo segmentos de vallas o cercas que, por lo visto, el magnate republicano quiere mejorar y ampliar. La Unión Americana es, pues, un imperio que mezcla la lógica de defensa por expansión con la lógica de defensa por aislamiento con la que, como Roma en el pasado, da la apariencia de haber entrado en declive.

En el caso de Rusia, desde sus orígenes y durante la transformación del Principado de Moscú en Zarato ruso, estuvo presente una dinámica expansionista. De ocupar un territorio de unos dos millones de km2 en torno a Moscú en el siglo XV, pasó a controlar una superficie de más de 23 millones de km2 en el siglo XIX. Un imperio de tres continentes, desde Europa Oriental hasta Alaska en América, pasando por la estepa siberiana asiática. Tras la fractura del Imperio ruso con la revolución de 1917, la Unión Soviética retomó con Stalin la política expansionista y la llevó más allá al hacer de varios países de Europa del Este y Asia sus satélites. Bajo la óptica de los zares y de Stalin, Rusia necesitaba tanto territorio para protegerse de invasiones como los romanos. Es la lógica de defensa por expansión que el presidente Vladimir Putin ha renovado con la invasión a Ucrania para, según él, defender a su país de las amenazas de la OTAN liderada por EUA. Pero la Rusia de Putin también practica la lógica de defensa por aislamiento, al desconectarse de la economía y la cultura occidentales, las cuales considera tóxicas y decadentes.

Pero los nexos de Washington y Moscú con la antigua Roma son más profundos todavía. Se olvida con facilidad que los fundadores de EUA se inspiraron en la aristocrática República romana a la hora de dar forma al nuevo estado americano. Incluso, los edificios principales de la capital estadounidense fueron construidos con una arquitectura que evoca a una Roma republicana idealizada. Algo parecido ocurre con Rusia, la cual, se asume como heredera del Imperio romano. Casi seis décadas después de que Constantinopla, capital del Imperio romano de Oriente, cayera en manos de los turcos otomanos en 1453, el monje ruso Filoféi de Pskov escribió a Basilio III, Gran Príncipe de Moscú: "dos Romas han caído. La Tercera se sostiene. Y no habrá una cuarta. ¡Nadie reemplazará tu reino de zar cristiano!". Zar es la forma rusa de la palabra César. Moscú, y Rusia por extensión, se asume como la Tercera Roma. Entonces, ¿qué tanto piensan Rusia y EUA en el Imperio romano? Tal vez no tanto ni en la forma que debieran, si consideramos que EUA y Rusia son las dos caras de una misma moneda romana.

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Escrito en: Urbe y Orbe Arturo González González

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