Una de las franquicias que resultó ser una grata sorpresa en los últimos años ha sido Un Lugar en Silencio, dirigida en dos ocasiones por el actor estadounidense John Krasinski (a quien todos recordamos como Jim Halpert de la versión de EUA de la comedia The Office y también como Reed Richards versión spaghetti en la última entrega de Doctor Stranger), quien leyó los primeros avances del guion desarrollado por Bryan Woods y Scott Beck.
Así, con un pequeño presupuesto de 17 millones de dólares (recordemos que Emily Blunt aparece en esta, ya que Krasinski, su marido, le pidió que hiciera este papel), se convirtió en uno de los grandes éxitos de 2018 al recaudar cerca de 350 millones de dólares en taquilla. De ahí que saliera una secuela y ahora en este año regresamos a esta invasión alienígena, que se enfocará en cómo inició todo y, como en toda saga que se respete, había que ir a correr por las calles de Nueva York.
Y aunque en esta ocasión Krasinski no es el director, sí estuvo vinculado como productor y apoyando al desarrollo de la historia junto a Michael Sarnoski, el mismo director de una pequeña joya de nombre Pig, en la cual vemos a un Nicolas Cage en calidad de gigante (no duden en verla). Sarnoski respeta en gran medida los elementos principales o canon de esta historia: una invasión que llega sin previo aviso, para generar el terror y la destrucción de comunidades enteras, en donde el arma que juega en contra de los humanos es el sólido y, por tanto, cualquier ruido puede ser lo último que hagas en tu vida.
El giro que tiene esta película es que en lugar de ver a la familia Abbott, nos encontramos con tres protagonistas, Lupita Nyong’o y Joseph Quinn, ella famosa por su interpretación galardonada en 12 Años de Esclavitud, ah y que nació en México, mientras que él es famoso por su solo de guitarra en una las escenas más épicas de la pasada temporada de Stranger Things como Eddie Munson. El tercero es Frodo, un gato que se ha convertido en parte de esencial de la historia. Nyong’o es Sam, una enferma terminal que vive en Nueva York, desahuciada, no tiene otro motivo más que cuidar a su fiel gato Frodo.
Viven en un hospicio y la invitan a que salga de este lugar para ir a un teatro de marionetas. En ese momento se percata de la caída de diversos meteoritos a la ciudad y cómo todo se vuelve un caos. Despierta y se encuentra en el mismo lugar con otros sobrevivientes, quienes le piden que no haga ruido.
Y así comienza la historia de cómo buscará Sam, junto a diferentes personas, sobrevivir ante el ataque de estos alienígenas. Un punto crucial es que Sam, quien parece que ya no tiene motivos para seguir adelante, de pronto tiene que pelear para seguir avanzando. Y además, en su entorno aparecen personas que le darán la mano para que ella pueda sobrevivir, como lo hace Eric (Quinn), estudiante de derecho inglés.
Algunos han hecho la lectura de que esta película es como un proceso muy parecido a lo que se va describiendo en la tanatología, el proceso del decir adiós.
Otros han valorado la aparición de Frodo, quien nos mantiene por momentos en tensión. Obviamente, vendrán las comparaciones de cuál es mejor; sin embargo, esta franquicia ha demostrado que cada vez se puede contar una historia con elementos que van más allá del texto cinematográfico de solo un personaje más, para meter una intención o una situación capaz de generar una especial preocupación por el personaje, en quien descargamos nuestra catarsis.
Si bien, la vida sigue, el proceso cuenta bastante para poder crecer, no en la idea de ser esta vida un lugar exclusivo para los competidores y para los ganadores, sino la capacidad de reconocerse como ser humano que vino a este mundo a tratar no solo de sobrevivir, sino de disfrutar, de maravillarse, de tener miedo y pavor, pero sobre todo de alcanzar a reconocer que esta oportunidad de vivir es única.
