Quiero Palomitas
Cada día que pasa, la irrupción de la Inteligencia Artificial y la robótica en nuestras vidas se hace cada vez inminente, al punto que estos sistemas poco a poco irán ocupando funciones que por el momento hacemos nosotros.
Si bien en el cine la inquietud por ver los alcances que tendrán los robots dentro de la sociedad se hizo presente en Metrópolis de 1927, la gran obra de Fritz Lang que planteaba cómo podrían influir no solo en el trabajo de la clase obrera, sino su influencia sobre el pensamiento de estos, al punto que podría provocar el caos al interior de la sociedad.
Pero ya casi a un siglo de distancia hemos visto diferentes robots, entrañables (Walle) como exterminadores de la humanidad (Cyberdyne Systems T-800 modelo 101, mejor conocido como Terminator), o programados para controlar el actuar de las personas (Hal de 2001 Una Odisea en el Espacio), por lo que la conversación sobre estos sistemas ya no se ve tan lejano a nuestra cotidianeidad.
El director estadounidense Chris Sanders, (Lilo & Stitch, (2002), Cómo entrenar a tu Dragón (2010), Los Croods (2013)) retorna a la animación con el último proyecto íntegro de la productora Dreamworks y distribuido por Universal, su nombre El Robot Salvaje.
Esta obra se basa en la historia desarrollada por el escritor Peter Brown, quien realizó en 2016, y debido a su éxito generó otras dos obras (Robot salvaje escapa y Robot salvaje protege) convirtiéndose una trilogía en la que plantea qué pasaría si un robot se pone en contacto con un entorno natural, en el cual no solo trataría de mantenerse al margen, sino que buscaría entrar en contacto con el entorno y los animales que sobreviven en una isla desierta.
El sistema ROZZUM unidad 7134, llega a esta isla luego de que una nave de carga de Universal Dynamics naufraga. Roz se activa y busca acatar las órdenes de algún ser humano, pero en este lugar solo hay una fauna salvaje, la cual reacciona para protegerse ante el androide. En una persecución por un oso, Roz choca con un árbol y se encuentra que destruyó el nido de un ganso, pero en el cual encuentra un huevo. Por lo que tendrá que cuidarlo en su proceso de incubación y crecimiento del pequeño Brillo.
El robot tiene que defender a la pequeña ave de los peligros eminentes de otros animales, así como a la falta de otros gansos que le puedan enseñar a volar para emigrar.
La historia nos cuenta cómo, ante las dificultades, Roz y Brillo tratarán de salir adelante, mostrando el valor de la adaptación al entorno, el generar vínculos con otros seres capaces de mostrarnos cómo vivir, así como el duro paso del crecer.
Es interesante la propuesta de Sanders, quien demuestra su experiencia en la dirección de la animación, aunque también cumple bien con esta entrega para concluir una fase importante de Dreamworks que ha pasado a la historia del cine mundial, así como la importancia que tiene el volver a retomar una nueva realidad en este entorno postpandemia.
Dejar el nido para dar paso a desplegar las alas, así como mover las tuercas. El director logró hacer un homenaje a la animación clásica de Hollywood, así como las referencias de la naturaleza como protagonista, que es un sello indiscutible en el cine de Hayao Miyazaki.
No dudemos que en un momento dado, en el futuro, los sistemas de Inteligencia Artificial se encargarán de restablecer el equilibrio en la naturaleza, pero la última palabra siempre la tendremos la humanidad.