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Joker: Folie à Deux

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HUGO J. CASTRO

¿Cómo dinamitar a la necedad de Hollywood y del consumo de historias a nivel global de encasillar al arte? ¿El artista tiene derecho a cortar en pedazos su propia obra maestra? ¿Seremos capaces de quedarnos en silencio y comprender que la complacencia no es arte, sino el shock?

Todd Phillips, director estadounidense que nos ha encantado con historias tan cutres como Viaje Censurado (2000), Old School (2003) y la trilogía de ¿Qué Pasó Ayer?, y que con Joker (2019) dio un giro total para alcanzar un nivel de gran director, llega esta semana con la querida y odiada Joker: Folie à Deux (que su traducción sería Locura de dos).

Antes de retornar a Ciudad Gótica (para la momiza) o Gotham (para la chaviza) y ver ¿Qué pasó con Arthur Fleck?, esta historia empieza con un corto animado muy revelador y hasta como introductorio que vamos a ver. El Joker (Joaquin Phoenix) aparece preparándose para su programa de televisión, que anteriormente conducía Murray Franklin (Robert De Niro) a quien asesinó frente a las cámaras. Sin embargo, el protagonista tiene un problema con su sombra, pelea y lucha para tratar de separarse uno del otro.

Y posiblemente este sea en parte un hilo de Ariadne, que nos permitirá seguir la pista de esta nueva historia que inicia en el Arkham Asylum, donde tienen aislado a Fleck y más que una rehabilitación en este lugar es su prisión, en el cual encontrará algo totalmente diferente a lo que se ha venido tomando en cuenta en la figura del Joker: la música.

Su abogada Maryanne Stewart (Catherine Keener) busca generar en Fleck una separación de su personalidad con respecto al Joker. Y a pesar de querer darle todo el apoyo posible para conseguir una pena menor, en su fantasía el malogrado comediante ve con muchas posibilidades salir libre. Y más, a partir de toparse con Harleen "Lee" Quinzel o mejor conocida como Harley Quinn (interpretada por Lady Gaga), su motivación ya no será darle final a su vida, sino comprender que puedes experimentar la comprensión, el deseo y el amor, a pesar de todo.

Aquí Phillips nos envuelve en una narrativa a varias voces, desde la mente poliédrica de Fleck, la visión retorcida de Quinn, y obviamente la insoportable loza enorme y pesada en la que se ha convertido la realidad, de la cual el protagonista trata de huir a como dé lugar.

Y posiblemente aquí haya un punto de enlace entre Joker y Joaquin Phoenix, ya que ambos luchan por no convertirse en eso que odian, el complaciente de las masas, debido a que siempre han sido relegados por parte de la fantasía y de nuestra realidad, pero que para ambos este papel les dio reconocimiento y lugar en la historia del cine, pero también esta fama hace que todo a su alrededor se vuelva en un enemigo más que un aliado.

Por ello el refugio es la música, para tratar de hacer una renuncia, entre forma y fondo, debido a que mantener un personaje como el Joker dentro de la cultura popular puede generar situaciones contraproducentes, ya que si bien muchos lo consideran un reflejo de la sociedad, este tipo de estereotipos luego se pasan a la vida real abriendo la posibilidad de que ciertos personajes tóxicos inunden las redes sociales y se vuelvan en los nuevos falsos profetas de nuestra sociedad transhumanizada, en donde los valores ya dejaron de ser parte de nuestras vidas (y no lo digo por los cuatro jovencitos que se la pasaron haciendo ruido, checando el celular, tirando sus palomitas y riéndose todo el tiempo sino de la película, aunque si era el Joker el caos es entendible).

No creo que este giro al desarrollo del Joker fuera por miedo a la imitación del público, o cansancio de quedar Phoenix y compañía encasillados en sus personajes, o que había que tratar de explorar nuevos caminos, parece el conseguir dinamitar el mito, no como una deconstrucción, sino para separar la fantasía de la realidad, que para Arthur Fleck no hay tal frontera.

Si bien al ver el tráiler pensé que esta sería la película del año, luego de verla creo que el silencio de nuestra parte era lo que buscaba Phillips/Phoenix, en la búsqueda de una verdad concreta, el arte puede ser el refugio de las pasiones, pero también el fin del aquello que la sociedad podría ver con sus ideas preconcebidas del amor, la pasión, el horror y el terror. Creo que los aplausos en Venecia fueron más dolorosos para Joaquin Phoenix y por ello abandonó la sala en silencio.

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