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Guillermo del Toro

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HUGO J. CASTRO

Cuenta la leyenda que durante la filmación de Cabeza de Vaca (de Nicolás Echeverría, 1991), apenas iniciando la década de los 90’s, la producción consiguió que un joven, “güerito” y algo pasado de peso, y su compañía Necropia fueran los que realizaran los efectos especiales y el maquillaje de la película.

Este tapatío tenía un gran don de gente, por lo que los miembros de la producción quedaron satisfechos con el trabajo del chamaco, al punto que en una plática le preguntaron: "¿En qué proyecto andas trabajando?".

Al momento este chico les mostró un guion basado en vampiros, pero no como los tradicionales de plástico y amarrados a un hilo que todos veíamos en las clásicas películas mexicanas, sino de un anciano anticuario que le llega a su tienda un extraño objeto que se alimenta de la sangre humana, otorgándole a quien le ha mordido no solo la inmortalidad sino la insaciable sed de sangre. El nombre del joven es Guillermo del Toro, el de su proyecto es Cronos y lo demás fue un giro para la historia del cine de nuestro país.

Del Toro, nuestro “Gordo”, se ha convertido en una figura mundial, no solo por su creatividad, sino por su gran amor por nuestro país, por su raza y por la preocupación de que vivamos en un mejor lugar.

Egresado del Instituto Ciencias de Guadalajara y estudiante del Centro de Investigación y Estudios Cinematográficos de la UdeG, el director tapatío nos ha llevado a disfrutar un mundo diferente, en donde el monstruo no es el deforme, sino aquel que la sociedad tiene como ejemplo, siendo contestario de las buenas costumbres, de las creencias y de los estatutos que se deben de seguir dentro de la “normalidad” de esta sociedad.

Otra leyenda cuenta que, durante la filmación de Cronos, el novel director trató de que todo saliera bien, pero como en toda Ópera prima, que en nuestro país en muchas ocasiones se convierte en Ópera Póstuma, había elementos que iban a fallar como “los dineros”.

El actor estadounidense Ron Perlman, conocido en 1993 por su trabajo en la serie “La Bella y la Bestia”, fue contratado para hacer el papel de Ángel. Un día recibió una llamada de su representante diciendo que dejara la película, ya que la producción no había depositado el pago por su participación, por ello no estaba obligado a quedarse y que ya estaban pensando en hacer una demanda; sin embargo, Ron contestó que quería apoyar a este joven director, ya que era su primer trabajo y que nunca había hecho una historia de este nivel. “Ya el dinero llegará” aseguró el actor.

Así nació una amistad y complicidad que ha dado grandes resultados como el que Del Toro peleó con los estudios para que Hellboy fuera Perlman, a pesar de la oposición de estos porque este actor no era taquillero (hicieron otra versión con un actor conocido y todos sabemos cuáles fueron los resultados).

Además, lo tuvo en su proyecto de Pacific Rim, de la cual hay otra leyenda. Dicen las malas lenguas (Charlie Hunnam) que durante una escena en donde iban a estar los actores bajo la lluvia, Idris Elba se negó a filmar porque él era un “actor” y, por tanto, no quería que lo usaran como un objeto, a lo que Del Toro le dijo: “Ok cab..n, ok”. Sin embargo, le dijo a sus técnicos: “Tiren el agua a todo lo que da”, así que cuando se filmó la escena, parece que están en medio de un diluvio y le bajó las ansias a Elba.

Ya concluyó la filmación de Frankenstein, luego de su multipremiada película de animación Pinocchio (dedicada a su mamá doña Guadalupe Gómez), manteniendo su admiración por el monstruo, pero sobre todo por aquello que puede darnos una figura tan incomprendida en estos tiempos de la cancelación a lo que es diferente, disfrazado de supuesta tolerancia.

Aunque en esta última filmación en su cuenta de X nos mantuvo en vilo luego de narrar que en el cuarto de hotel donde estuvo hospedado en Escocia, había una entidad que no lo dejaba en paz, que era territorial y que lo tenía no espantado, sino encantado para tratar de ver que la realidad supera a la ficción.

Podríamos hablar muchas anécdotas y vivencias que Del Toro ha tenido durante su carrera como director (o como aquella ocasión en que prestó su voz al Gamborimbo Ponx en El Santo vs La Tetona Mendoza), pero uno de sus grandes aportes es el apoyo que le ha dado a jóvenes talentos de nuestro país para que hagan una carrera en la producción de nuevas historias.

Así apoyó al animador Jorge Gutiérrez para su película El Libro de la Vida, a quien sugirió que luego de ya ser aprobado su proyecto tenía que aprender a defenderlo a capa y espada. Le comentó que tenía que aprender a ceder ciertas cosas que habría que cambiar: “vas a perder algunas guerras”, pero que tuviera claro cuál era el corazón de su proyecto, a ese tendría que mantener hasta el final, porque es el motor de todo su esfuerzo, si lo cambiaban ya no podría tener control de su producción, pero sobre todo de aquello por lo que su pasión lo llevó a realizar su sueño.

Por estas anécdotas y sus historias que ha llevado a la pantalla, vale la pena celebrar los 60 años del director mexicano que ha comprendido que podemos salir adelante porque parte de nuestra experiencia, de la vida como de la muerte.

En la entrevista luego de ganar el Golden Globe a Mejor director en 2018, Del Toro comentó: “Nadie ama la vida más que nosotros (los mexicanos) porque estamos conscientes de la muerte. Apreciamos la vida porque vivimos con la muerte”. Muchas felicidades, querido Gordo.

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