Quiero Palomitas
“Los discípulos son la biografía del maestro” dijo el escritor, docente y político argentino Domingo Faustino Sarmiento, y esta frase se aplica sin lugar a duda a la nueva película del director iraní-danés Ali Abbasi El Aprendiz (The Apprentice, 2024).
En esta se cuentan los primeros años cuando un joven Donald Trump se empieza a abrir paso en el duro sector inmobiliario en el Nueva York de finales de los 70’s y principios de los 80’s. La Gran Manzana vivía una de sus peores crisis, la cual la ponían como una de las ciudades más peligrosas y complicadas de vivir en los Estados Unidos.
Pero los “negocios son negocios”, por lo que Trump necesita el apoyo de un mentor, quien lo mira fijamente en el fondo del bar del club exclusivo al que este apenas había ingresado. Era el abogado Roy Cohn, el temido brazo ejecutor del senador Joseph McCarthy, inclemente el periodo de la cacería de los comunistas, quien se jactaba de enviar a muerte en la silla eléctrica a Julius y Ethel Rosenberg por ser señalados de espionaje.
Este oscuro personaje que fue defensor de multimillonarios como de familias señalados de negocios no legales, toma al joven Trump, quien fue menospreciado por su padre, quien tenía muchos sueños, pero sin tanto presupuesto y además sus estrategias no eran tan efectivas. Cohn le cambia la visión a partir de enseñarle a aplicar sus tres leyes de oro: “atacar, atacar, atacar”, el “no admitir nada, negarlo todo”, pero sobre todo “nunca aceptar una derrota”.
Aunque lo que hace que Trump cambie su carrera es entender que no había que jugar al balón, sino a ir por el jugador, lo cual es lo mejor que hizo en su triunfo presidencial, al atacar totalmente a una Hillary Clinton quien se sentía ya la presidenta, pero para sorpresa de todos, el empresario fue quien se impuso.
A la par de esta unión, Abbasi dibuja como se va despertando el apetito por el poder sin medir las consecuencias hacia los otros, donde el individualismo es la esencia partiendo de la idea que no debe haber ningún interés en la vida más que mis propios intereses, porque así es el camino del capitalismo, cueste lo que cueste.
Además, el aporte del guionista Gabriel Sherman es mostrarnos a un Trump sin ideas y vulnerable, quien evita a toda costa no reflejar alguna debilidad, aprovechándose de todos hasta, desde su pareja Ivana, su familia, sus socios y por qué no, hasta de su maestro Cohn.
Esta historia nos permite entender ciertos elementos que ha manejado Trump en su presidencia, pero también esa necesidad de obtener el poder a como dé lugar, en donde sus familiares son simples peones. Además de presentar la transformación de este personaje para tratar de imponer no solo su voluntad sino su pensamiento, por lo que esta historia, aunque no es su fin, puede ser tomada por los seguidores como el camino a seguir si quieres triunfar dentro de los Estados Unidos.
Cabe resaltar que la historia en lo técnico se acerca mucho a la estética que tienen las películas de los 70’s, así como el ambiente y los colores de los 80’s en donde los peinados eran tan esponjosos que creo que hubo un buen porcentaje de la producción para lograr este efecto.
A la par de esta historia, el drama de Cohn por ocultar su homosexualidad como el contagio de SIDA, va mostrando el declive en el poder frente a como Trump lo va relegando debido a su triunfo, pero también a que ya no ve como necesario su apoyo, ya le fue útil, pero había que desecharlo, como todas sus relaciones antiguas y presentes.
Sebastian Stan tuvo la difícil tarea de hacer a Donald Trump sin caer en la caricatura que varios de los shows de la noche de la televisión estadounidense han realizado del expresidente. Jeremy Strong hace un gran papel como Roy Cohn, quien viene a coronar sus trabajos como en La Gran Apuesta como en la serie Succession.
La película cumple con el mostrar esta etapa de la vida del empresario, pero que busca mantenerse al margen de hacer juicios en favor o en contra, ya que aunque muestra los triunfos de Trump, guarda silencio en cuanto a los fracasos de este, así como la idea de que verdaderamente quien piense que Estados Unidos es un lugar donde la democracia y la legalidad son los elementos que sostiene a su estructura, tal parece que es todo lo contrario. Por eso Trump se ha convertido en el emblema de una visión que ha generado no solo una visión que ha afectado en ese país como en todo el mundo.