Quiero Palomitas

Yendo contra la naturaleza de la industria cinematográfica del país, llega a los cines de nuestro país Sujo, Hijo de Sicario, la película ganadora del pasado Festival de Cine Internacional de Morelia, ya que se llevó los premios a Mejor Película, Mejor Dirección, Mejor Guion y el tradicional premio del Ojo.

Y es que este gran trabajo de Astrid Rondero y Fernanda Valadez ha dado mucho de que hablar, no solo por ser una historia que toca a millones de personas en nuestro país, sino porque hace una reflexión en profundidad, una tradición milenaria que desde la Antigua Grecia se viene haciendo y en donde el espectador vive un momento de plena experiencia estética: la catarsis.

Es verdad que es una historia que habla sobre un México sumido en el narcotráfico, en donde le pasa factura a todos, grandes y chicos, que poco se puede hacer para ir en contra de ese elemento que se ha transformado de ser solo un delito grave contra la sociedad, a ser el talante con el que quedan marcadas miles de personas al nacer, vivir, convivir y muchas veces morir, a manos de los grupos de delincuentes.

Sujo vive en este ambiente en donde su padre, “El Ocho”, es alcanzado por la muerte por su actividad y como parte de una dinámica que se ha hecho cotidiana, desgraciadamente, en diversas partes de nuestro país.

Hasta aquí parece una historia más de los cientos de filmes de nuestro país que se enfoca a tocar en diversos matices la incrustación violenta del narco en la cotidianidad en este país; sin embargo, Astrid y Fernanda logran llevarnos a entender que no puede el espectador asumir en que terminará esta historia, sino a dejarse llevar poco a poco, para encontrar un poco de luz en este ambiente tan oscuro y sin sentido.

La tía de Sujo, Herminia, intenta extirpar al menor del mundo en donde se desarrolló su padre, pero el destino, como siempre en su papel de inevitable, hace que el ahora adulto se vea envuelto en dicha situación.

De ahí que el espectador necesita hacer un esfuerzo capaz de involucrarse, no porque este metido en este mundo, sino porque no es tan lejano, capaz de hacer experimentar que el cuestionamiento va más allá de solo una fórmula efectista, en donde se busca que nos identifiquemos con el protagonista de una manera superficial, sino que verdaderamente nos permitamos experimentar la catarsis, es decir asimilar la experiencia visual en nuestras venas.

Pero las directoras saben de su oficio, en donde no es necesaria la violencia totalmente explicita, sino la capacidad de mantener medido la presencia de esta en función de contener a que recurramos a nuestro stock de imágenes de las diferentes películas y series enfocadas al narco, las cuales caen en los estereotipos tanto visuales como del habla, para hacer que el lenguaje y el cuerpo sean los vehículos de los protagonistas con los que nos permitirán sentir que el discurso visual penetra más allá de solo identificar todo elemento categorizado.

Muchos consideran a Sujo como la mejor película de 2024, al punto que está seleccionada para representar a nuestro país tanto para el premio Goya y el Oscar. Y es que el trabajo que realizó Juan Jesús Varela, así como la fotografía de Ximena Amann, nos permiten ver algo que nos puede conmover y dejar en shock por lo significados que se carga en cada trazo.

Hay que considerar que Sujo es un trabajo hecho desde la perspectiva de mujeres, valientes, que conocen del tema, ya que Fernanda y Astrid escribieron otra gran historia: Sin Señas Particulares en 2020, aunque la segunda fungió como productora.

Pero más allá de esto es muy relevante el crecimiento de las directoras de nuestro país, como los trabajos de Lila Avilés (Totem), la mexicana-salvadoreña Tatiana Huezo (El Eco), Ángeles Cruz (Nudo Mixteco), Claudia Sainte-Luce (Los Insólitos Peces Gato, Amor y Matemáticas), Natalia Beristáin (Ruido), Michelle Garza Cervera (Huesera) y nuestra estimada Issa López (quien dirigió Vuelven y hace un año pasó a la televisión a dirigir a Jodie Foster en la nueva temporada de True Detective).

Esta voz se va abriendo espacios y tonos que van enriqueciendo nuestra experiencia cinematográfica, pero sobre todo se vuelve en un referente de un México totalmente diferente.