El padre de Valente Arellano, estuvo en la guardia. (Ramón Sotomayor)
Cuatro décadas han pasado ya, desde la trágica madrugada del 4 de agosto de 1984, cuando los laguneros despertaron con la noticia del fallecimiento del joven matador de toros Valente Arellano Salúm, quien pintaba para figura del toreo mexicano, por su estilo, su valor y su temple, de los que dejó constancia durante una electrizante carrera como novillero, que le bastó para convertirse en leyenda.
LO RECUERDAN
Tal y como sucede en los primeros días de agosto, desde años atrás, ayer acudió el grupo lagunero “Los Toros, Arte y Cultura”, a colocar una ofrenda floral en la rotonda donde está ubicada una estatua del inolvidable torero, cuyo rostro y carisma quedaron inmortalizados en la colonia Moderna, justo frente a la Plaza de Toros Torreón, rebautizada precisamente como “Plaza Valente Arellano”, en homenaje a la auténtica revolución que causó el torero lagunero durante su lamentablemente muy corta carrera en la tauromaquia.
Héctor Raúl Avendaño, dirigente del grupo “Los Toros, Arte y Cultura”, encabezó la convocatoria para realizar este acto, que incluyó una guardia de honor y donde se compartieron recuerdos del gran Valente, quien perdiera la vida en un accidente en motocicleta, sobre la avenida Juárez, de esta ciudad, cuando apenas dos meses antes había tomado la alternativa.
Familiares, amigos y admiradores de la inolvidable figura taurina lagunera, acudieron a la breve, pero emotiva ceremonia, en donde se dejó constancia una vez más, de que el legado de Valente Arellano perdurará por mucho tiempo más.