A pesar de los intentos por sobresalir en los medios de comunicación, la imagen del presidente López Obrador ha comenzado su inexorable desplome al avanzar el fatídico sexto y último año de su gobierno.
El teatro político que con especial entusiasmo y esfuerzo construyó el tabasqueño manifiesta su caída al tiempo que sus derrotas y golpes políticos se incrementan día tras día.
"Cada uno cosecha lo que siembra", dice sabiamente la Biblia. Así el primer mandatario habrá de recibir una larga lista de ataques porque buena parte de su gobierno lo dedicó a denostar, humillar y difamar a sus adversarios políticos y a quienes no estuvieron nunca dispuestos a someterse a sus caprichos.
La controversial conferencia mañanera que en su momento dio gloria y fama al primer mandatario, se ha convertido hoy en día en una aburrida tribuna que difícilmente produce una nota de ocho columnas como antaño sucedía.
Desde luego las facultades presidenciales son todavía enormes y capaces de armar un escándalo mayúsculo, algunos recordarán que tres meses antes de terminar su gobierno el presidente José López Portillo nacionalizó la banca privada e impuso el control de cambios.
Pero no será fácil que ocurra algo similar, en primer lugar porque Morena no cuenta con la mayoría calificada en el Congreso para imponer medidas de largo alcance ni tampoco AMLO posee la popularidad de los primeros años de su gobierno.
Los fracasos políticos de López Obrador se repiten uno tras otro como es el caso de la fiscal de la Ciudad de México, Ernestina Godoy, quien no pudo extender cuatro años más su gestión por no contar con los votos necesarios en el Congreso capitalino.
En respuesta la defensora de la 4T recibió ofertas de trabajo como si se tratara de una super funcionaria pública: irá al Senado o al gabinete presidencial de acuerdo a las promesas de Claudia Sheinbaum y López Obrador, quienes se sienten amos y señores de la administración pública.
Sorpresivamente la aliada del régimen Sanjuana Martínez, ex directora de Notimex, denunció en un artículo periodístico serios actos de corrupción en donde involucra al abogado laboral Arturo Alcalde, padre de la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, en extorsiones e intentos de sobornos ligados al conflicto sindical que vivió la agencia noticiosa.
Revela además que le solicitaron jugosas comisiones para resolver tal lío incluyendo una partida de $50 millones de pesos que supuestamente sería utilizada en la campaña presidencial de Claudia Sheinbaum.
Para incrementar la lista, esta semana el medio digital Latinus denunció una vez más a familiares de López Obrador, en esta ocasión a sus hijos Andrés y Gonzalo López Beltrán en tráfico de influencias y en el reparto de contratos en la construcción del Tren Maya.
Curiosamente AMLO no ha desmentido ni denostado hasta el momento al conductor de Latinus, Carlos Loret de Mola, como ha sido su costumbre.
Si con tales novedades inicia el 2024 es fácil anticipar que López Obrador vivirá un frío invierno y un doloroso viacrucis en tanto se acerque la fecha de su salida de Palacio Nacional.
Es de esperar que se incrementarán las denuncias, embestidas y seguramente las acusaciones de carácter legal sino contra su persona cuando menos en contra de sus colaboradores más cercanos.
Como ave de tempestades que ha sido a lo largo de su trayectoria pública, el tabasqueño tendrá en lo sucesivo que hacer frente a los más diversos agravios y campañas de desprestigio que jamás imaginó.
No haría mal en pedir consejos desde ahora a Salinas de Gortari, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto de cómo salir airoso y evitar caer en la cárcel después de un sexenio con tantas irregularidades y evidencias de corrupción, negligencia y derroche del gasto público.
NOTICIA FINAL…
El fallecimiento del jurista Sergio García Ramírez nos recuerda aquellos tiempos cuando todavía existían en México funcionarios talentosos, preparados y honestos. García Ramírez fue catedrático e investigador de la UNAM, presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, consejero del Instituto Federal Electoral, secretario del Trabajo y Previsión Social y Procurador General de la República. Escribió más de cincuenta libros en su mayoría sobre temas jurídicos y criminológicos. Fue además uno de los presidenciables del PRI en 1988. En su larga trayectoria no existe evidencia de que haya sido acusado de corrupción o tráfico de influencias.
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