El algodonero tiende a desaparecer debido a los problemas con la semilla y la falta de rentabilidad. (ARCHIVO)
Los transgénicos tienen un límite, mientras que las plagas evolucionan constantemente, no se quedan estancadas en una forma de alimentarse, la naturaleza se modifica y ellas cambian, pero las semillas, sobre todo la de algodonera, desde los dos a tres años que se comenzó a utilizar, recibió reportes de resistencia de insectos hacia ese cultivo.
Francisco Javier Sánchez Ramos, investigador de tiempo completo en la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro, explicó lo anterior, e indicó que no se pueden eliminar las plagas en su totalidad con control químico.
"El mismo organismo tiende a desarrollar defensas que no tenía para poder sobrevivir", expresó.
Señaló que todos los seres vivos tienen un rango de sobrevivencia, un umbral que ya está establecido, y al presentarse más rápido, los insectos acumulan las unidades de calor y pueden acortar o alargar su ciclo, pero no así las plantas.
Expuso que ha cambiado mucho la situación en cuanto al clima, de forma que las estaciones ya no están tan definidas como antes.
"Ha habido un retroceso en las estaciones, ya no se presentan en las fechas en las que estábamos acostumbrados", expresó, "los científicos lo atribuyen a muchas cuestiones, desde la contaminación del ambiente, la modificación de la atmósfera, lo que se llama en conjunto el cambio climático".
Señaló que las temperaturas han sido más extremas, máximas y mínimas, y las medias también presentan variaciones. En este sentido, dijo que la única alternativa para evitar los cambios tan drásticos que se han tenido en el clima es reforestar.
ALGODONERO
Sánchez Ramos consideró que el algodonero es un cultivo que tiende a desaparecer en la región, pues hay menos de 10 mil hectáreas sembradas y son más rentables los forrajes, aunque son más demandantes de agua.
Recordó que el Banrural les financiaba el cultivo a los ejidatarios mediante créditos escalonados, pero los productores no lo pagaban y el gobierno federal entrante simplemente se los condonaba, pero a finales de los 80, cuando ya les cobraron, no tenían con qué pagar y se les comenzó a recoger maquinaria, equipo y ganado.
"El golpe de gracia fue la reforma al artículo 27, donde modificaron que cada quien era propietario de un área determinada y se los marcaron, anteriormente no tenían posesión física de un predio, entonces muy pocos pudieron sembrar porque ya no les dieron crédito", dijo.
En los 80, durante el llamado "colapso algodonero", Sánchez Ramos hizo una investigación al respecto y encontró que la sucursal de Banrural que más recuperaba era la de Francisco I. Madero, con apenas 6 por ciento de los préstamos.
SE QUEDAN PLAGUICIDAS
Y aunque el algodonero es un cultivo que parece irse de la región, los agroquímicos que se le aplicaron seguirán en el campo de la región lagunera. El investigador explicó que no hay un estudio cierto sobre el nivel de contaminación, pero se sabe que, de forma indiscriminada, se utilizaron infinidad de plaguicidas, productos como el DDT, insecticidas organoclorados, que son altamente estables, por lo que se cree que hasta la fecha se mantienen las moléculas en el suelo.
"La Comarca Lagunera fue un área agrícola muy importante, su principal producto fue el algodonero, se sembraban más de 80 mil hectáreas aquí y se hacían 13, 14, 16 aplicaciones de producto por ciclo, es fácil suponer que existan grandes acumulaciones", comentó.
Refirió que los clorados fueron prohibidos en 1985 pero anteriormente a ello se aplicaban toneladas. Sus moléculas se acumulan en los tejidos grasos y su acumulación puede ocasionar enfermedades crónicas en el ser humano.