Para el doctor Sergio Vela, Puccini fue un compositor heredero de la tradición musical, con amplio sentido teatral y atento a las vanguardias.
El doctor Sergio Vela está sentado en una de las bancas del Templo de las Rosas de Morelia, en la orilla derecha, junto al pasillo. Como espectador tiene de frente al violinista Raúl Teo Arias y a los demás integrantes del ensamble Bamberg Barroque, quienes terminan un concierto barroco con una cantata de Johann Sebastian Bach, en el marco de la trigésima sexta edición del Festival de Música de Morelia Miguel Bernal Jiménez (FMM).
El sitio también es barroco. Data del siglo XVIII. Está custodiado por pinturas y escultura de santos. Cuenta con un imponente altar bañado en oro, con la imagen de Santa Rosa de Lima al centro y en su cripta descansan los restos de Miguel Bernal Jiménez (19101956), el compositor mexicano de música sacra más importante del siglo XX y de quien el festival toma su nombre.
Suena la última nota y se desatan los aplausos. Sergio Vela sale del recinto al terminar el concierto. El crítico busca una sombra para cubrirse del inclemente sol michoacano y encuentra refugio al cruzar la calle, bajo un árbol, en el Jardín de las Rosas, frente al conservatorio. Allí se dispone a hablar del compositor Giacomo Puccini (1858-1924), sobre quien ayer lunes, como parte del programa del FMM, impartió una conferencia en el Palacio Municipal de Morelia, pues el próximo 29 de noviembre se conmemorará el centenario de su aniversario luctuoso.
HEREDERO MUSICAL
A propósito del barroco, ¿qué pensaba Puccini sobre este periodo y sobre la música de Bach? Sergio Vela responde en primera instancia, con la sobriedad que lo caracteriza, que el italiano fue un compositor que tuvo un gran aprecio por la historia de la música.
“Puccini es el heredero de una tradición musical que va desde el siglo XVI hasta su muerte. Porque lo que ocurre después de Puccini, incluso en el terreno específico de la ópera, con autores como Sandoni, Montemezzi, Ghedini, Ildebrando Pizzetti o el propio Ottorino Respighi, son epígonos, son los capítulos finales, son los epílogos de una tradición que cierra con la muerte de Puccini. Hace cien años terminó la tradición áurea de la ópera italiana”.
Interesado en las audacias musicales de compositores como Debussy, Puccini fue al mismo tiempo un defensor de la tradición musical germana. La influencia de Richard Wagner es inequívoca en el italiano.
“Y con eso enraizamos a la escuela alemana. Wagner es heredero de Beethoven, de Mozart y por supuesto de Bach. Entonces, cuando nos damos cuenta de la riqueza musical de Puccini, al mismo tiempo estamos hablando de un compositor que dialoga con las tendencias artísticas de su tiempo y que se nutre de las escuelas musicales del pasado […] No hay compositor sensato o importante en el mundo que no se haya nutrido poderosamente de Bach”.
VANGUARDIA OPERÍSTICA
Es incuestionable afirmar que Giacomo Puccini es uno de los compositores de ópera más importantes de la historia. Obras como La Tosca (1900), La Bohème (1896), Madama Butterfly (1898), La fanciulla del West (1910) o Turandot (1926), la cual Puccini dejó inconclusa al morir, son interpretadas cada año por orquestas de todo el mundo. Sus partituras y libretos tienen una vigencia de carácter permanente, imperecedero, cuyas temáticas conectan con los tiempos actuales.
Sin embargo, para Sergio Vela, más que hacer una revolución en la ópera, Puccini generó un relevo generacional. El compositor, dice, no plantea una gran revolución a finales del siglo XIX, más bien tiene un grito fundamental de acoplamiento, erótico, en una Italia que estaba mucho más acomodada a un orden social, donde el grito heroico de Giuseppe Verdi resultaba un tanto anacrónico.
“Italia había logrado una unificación, las grandes causas políticas habían quedado detrás. Estamos en una Italia burguesa. Puccini lo que representa es una evolución, un siguiente capítulo de la escuela italiana, pero no es un revolucionario de la ópera. Lo que sí es, en términos musicales, es un compositor al día, a la vanguardia del lenguaje armónico, de la exploración tímbrica, de la orquestación, como su colega Richard Strauss”.
Finalmente, Vela celebra además el ímpetu de Puccini por no quedarse estacionado en una sola estética y ser un explorador de nuevas formas de expresión, para efectos de su trabajo dramatúrgico, al crear música con un gran sentido teatral.