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Sobrerrepresentación legislativa y 'reforma judicial'

JUAN ANTONIO GARCÍA VILLA

En el ánimo de la opinión pública está presente y abierto a la discusión el tema relativo a la llamada "reforma al Poder Judicial". Es del que más se habla y opina. Ciertamente se trata de algo de la mayor importancia y gravedad; sin embargo, es otro asunto el que debería acaparar la máxima atención -y aun preocupación-- de los mexicanos.

De todos, incluso de aquellos que por ignorancia o de ciego partidismo, dicen estar a favor de la inviable iniciativa de "reforma judicial" propuesta por el presidente López Obrador, porque igual tarde o temprano perjudicará a todos. Y probablemente a los de más de una generación.

A leguas se ve que echar por delante ese asunto, como hace el oficialismo a manera de petate del muerto, corresponde a una estrategia de índole mediática y política. Se trata de un mero distractor. Para ocultar el tema de fondo, que no es otro que la intentona de consumar la sobrerrepresentación de Morena y sus aliados en la integración de la próxima Cámara de Diputados, en abierta violación al espíritu de la Constitución. De esto, ni más ni menos, se trata.

¿Por qué se afirma lo anterior? Muy sencillo: Porque sin la inconstitucional sobrerrepresentación que se trama, no podrá aprobarse la llamada "reforma al Poder Judicial". Sin la primera, que es desde luego primera en tiempo, jamás se aprobará la segunda. No se trata del clásico acertijo de qué fue primero, si el huevo o la gallina, según se suele plantear para confundir al interlocutor.

No, obedece a una obvia maniobra estratégica morenista, descubierta apenas unos días después del 2 de junio, cuando la secretaria de Gobernación, sin ser de su incumbencia ni tener competencia en la materia, dio a conocer la que según ella será la conformación por partidos de la próxima Cámara de Diputados. Ignorando lo que en torno al punto y de acuerdo a una correcta interpretación del art. 54 constitucional, dispone para evitar que la sobrerrepresentación vaya más allá del ocho por ciento. Punto que durante muchos años fue bandera de amplios sectores políticos, incluidos los de izquierda. Qué pronto, los de esta tendencia, se olvidan de lemas, propuestas y consignas. ¡Qué pronto!

La maniobra, conocida como "estrategia del globo", es relativamente sencilla. Se suelta una propuesta o pretensión para que ascienda por los aires, justo como si fuera un globo. Si éste se eleva sin mayor problema, es decir, sin que nadie le dispare para que se desinfle y caiga, significará entonces que estando a la vista de todos lo que se pretende (en el caso la sobrerrepresentación de Morena en la Cámara de Diputados) sin que nadie la combata, le dé importancia o la vea como un hecho consumado, el autor o proponente (Morena) considerará que prácticamente ha ganado la partida.

Fue precisamente lo que hizo la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, al anunciar el número de diputados que tendrán Morena y sus aliados en la nueva conformación de la Cámara de Diputados, facultad que desde luego no corresponde a su dependencia sino al INE, y para ejercerla no a principios de junio -como indebidamente lo hizo-- sino hasta agosto del año de la elección. Para el efecto, la argucia consistió en la aplicación torcida de la fórmula para la asignación de los diputados plurinominales por partidos, y a éstos según las coaliciones electorales que formaron.

Muy probablemente Gobernación y su titular observaron una débil, muy tibia reacción de los partidos opositores ante el atraco anunciado. Prácticamente igual por lo que hace a la comentocracia. El globo, pues, se va, se va, se va.

Para reforzar la estrategia, el oficialismo introdujo con fuerza, con manotazo sobre la mesa y toda la cosa, el tema de la "reforma judicial". Parece el plan perfecto para hacer factible ambos atracos. La oposición debe reaccionar con energía. Y además cuanto antes, con un plan bien estructurado y preciso.

Cuando la reacción opositora se haga presente, y además sea enérgica y bien coordinada, el escenario se volverá un complejo juego de espejos. Se hará entonces más visible el déficit de dos magistrados electorales que desde hace más de medio año registra la Sala Superior del TEPJF. Cuya primera escaramuza ya estamos viendo entre esta Sala y un juez de distrito. Es apenas el principio.

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