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Socavar la democracia, el peor legado de AMLO

José Santiago Healy

Fue un sexenio terrible, fatídico, nefasto, violento y autoritario. Andrés Manuel López Obrador deja un país estancado, dividido, crispado y polarizado entre los sectores.

Los avances fueron mínimos, los salarios mínimos se duplicaron y bajó en algunas regiones el nivel de la pobreza.

Pero el país creció apenas un 0.6 por ciento anual en promedio, la productividad no avanzó a pesar de que la economía de Estados Unidos con todo y pandemia aumentó a un ritmo del 2 por ciento en los últimos seis años.

López Obrador acumuló poder y popularidad a costa de dejar al país con enormes lastres que tardarán uno o más sexenios en superarse.

Según cifras oficiales la producción agropecuaria y pesquera de México creció 4.7 por ciento en el periodo 2018-2023 lo que significa menos del uno por ciento anual. Lo anterior a pesar de la creciente demanda de productos mexicanos en el extranjero.

El sistema nacional de salud prácticamente se colapsó a raíz de la pandemia y debido a decisiones erráticas tomadas por el régimen como la desaparición del seguro popular y la creación del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) que apenas duró cuatro años.

La educación fue uno de los sectores más afectados en el sexenio, por un lado la pandemia trastocó el avance educativo de millones de niños y jóvenes en el país sin que se tomaran acciones efectivas para contrarrestar los efectos.

Se lanzaron nuevos libros de textos ideologizados que fueron rechazados por los padres de familia al tiempo que el presidente López Obrador se enfrentaba a las grandes universidades y a los intelectuales mexicanos. No conocemos un nuevo proyecto educativo sólido y funcional del actual sexenio.

Lejos de contenerse, la corrupción creció sin control. México está clasificado entre los 50 países más corruptos del mundo. Se privilegiaron las asignaciones directas de contratos y se gastaron miles de millones de pesos en proyectos faraónicos sin los debidos controles administrativos.

La violencia, uno de los problemas torales del país no fue combatida eficientemente. El número de homicidios dolosos en el sexenio está muy cerca de los 200 mil contra los 155 mil de Enrique Peña Nieto y los 122 mil de Felipe Calderón.

La cerrazón y la soberbia de López Obrador en este tema como en tantos otros fue brutal. En lugar de escuchar y atender a los críticos se dedicó a denigrarlos, en lugar de rodearse de especialistas en la materia, contrató a incondicionales y zalameros.

No hay razón en México para que el crimen organizado controle regiones enteras y domine una larga lista de delitos -narcotráfico, cobro de piso, trata de personas, apuestas, etc.-cuando se cuenta con fuerzas armadas y cuerpos policiacos numerosos y bien entrenados.

Pero sin lugar a dudas la peor herencia que dejará el régimen del presidente de origen tabasqueño fue socavar el sistema democrático que con enormes esfuerzos y altibajos se venía construyendo en las últimas décadas.

López Obrador reinstaló un sistema unipartidista y con tintes dictatoriales similar al que sufrimos los mexicanos durante setenta años y que impidió el florecimiento de una democracia con poderes independientes y con instituciones ciudadanas de contrapeso.

Estamos regresando a la presidencia omnipotente de antaño donde las instituciones y los ciudadanos solo sirven para complacer y halagar al mandatario en turno.

A unos días de su salida, le exigimos al presidente López Obrador que a partir del 1º de octubre deje gobernar a Claudia Sheinbaum de manera libre y soberana, sin interferir ni criticar sus decisiones.

Será la mejor aportación que pueda dar a los mexicanos después de su controvertida administración.

PERO QUE NECESIDAD…

El desaire a España y a su rey Felipe VI no es admisible ni justificable. No invitar al monarca español a la toma de posesión de Claudia Sheinbaum cuando se ha incluido a jefes de estado indeseables como Vladimir Putin, Nicolás Maduro y Daniel Ortega, no tiene una explicación lógica. No contestar a una carta "respetuosa" de AMLO no es motivo para ignorarlo en un evento de tal naturaleza cuando España es amigo y un socio importante de México. Por cierto, ¿acaso Joe Biden respondió todas las misivas de protesta de López Obrador?

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