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YAMIL DARWICH.-

La historia de los vencedores dice que Adolf Hitler, fue un bárbaro; la parte poco contada no describe su falta de visión científica dominado por la xenofobia y racismo extremo ejercido contra judíos y todos aquellos que se oponían a su creencia en la superioridad e inmortalidad de la "raza aria".

Como lo narran maravillosamente Michel-Ives Balloré y Olivier Bonnassies, en "Dios, la ciencia de las pruebas", en su obsesión por negar la expansión del universo, el tiempo y el espacio, lo llevó a ordenar el magnicidio, incluidos los mejores científicos alemanes -varios premios nobel-, perdiendo la ventaja alemana que habían alcanzado en temas científicos.

Los físicos, cosmólogos y matemáticos, insistían en que el universo tuvo un inicio, llegando a su medición exacta, describiendo una explosión que duró 1 a la 43 de segundo, generando una temperatura calculada en 100,000 millones de millones de millones de grados centígrados… ¡inimaginable! Como resultado, se dio la expansión y la creación de los cuerpos celestes con los primeros núcleos atómicos.

La negación de Hitler, no es el más remoto antecedente de la obstinación humana; ya los rusos -Lenin, Stalin- también habían perseguido a sus científicos por la misma razón. Desvirtuaban las bases del materialismo.

Hace un siglo, la idea de la temporalidad del universo, con principio y un fin, llamada Dark Era, también fue calculada en 10 a la cien de años, cuando llegue al cero grados absoluto. Tampoco era conveniente para la filosofía marxista.

El principio intencionado -conclusión científica ahora aceptada- requiere de un principio y un fin, lo que lleva a la existencia de un creador existente y anterior al Big Bang, consecuentemente, se contrapone a la afirmación del materialismo que niega la existencia de Dios.

Los rusos Lennin y Stalin y los alemanes Hitler y Himmler, -entre otros- no solamente quitaron gloria científica a sus países, también afectaron al mundo con el retraso del avance científico, casos de la astronomía y astrofísica, entre otras especialidades.

Sin embargo, ellos tampoco fueron los únicos obsesionados.

Para finales de 1945, grandes científicos habían emigrado a Inglaterra y EUA, defendiendo su vida o evitando el encarcelamiento -otros muchos no pudieron hacerlo-. Para nuestra desgracia, se encontraron con profesores/investigadores tradicionalistas, quienes, obstinados, negaban la realidad del movimiento del universo.

Lo que inició Alexander Friedmann -Teoría de la Expansión del Universo- que luego continuó el Georges Henry Joseph Édouard Lemaître -Teoría del Átomo Primitivo-, encontró formidables opositores, como Fred Hoyle, astrónomo del Rey Jorge VII; él, entrevistado, burlonamente declaró a la BBC: "la falsedad de un "Big Bang".

Por primera vez se escuchó la expresión con sentido despectivo; para su infortunio, el calificativo dio la vuelta alrededor del mundo, quedando así nombrado el fenómeno universal.

Estados Unidos, se benefició al recibir tal desperdicio de talento, muchos de esos científicos, entre ellos Wernher Magnus Maximilian Freiherr von Braun, padre del proyecto espacial de la NASA, el mismo Albert Einstein, nobel genio de la Teoría de la Relatividad o Julius Robert Oppenheimer, padre de la bomba atómica.

Las aportaciones de todos ellos fueron la base del desarrollo en tecnología atómica y espacial.

Los descriptores del movimiento de expansión del universo no fueron reconocidos de inicio y al igual que en Europa, en América, fueron atacados por los tradicionalistas, muchos de ellos creyentes de la Teoría Estática del Universo", de tal forma que para 1948, habían pasado al olvido buscando ocupaciones en el campo de la ciencia y la educación como refugio; además, la Guerra Mundial acaparó la atención mundial demorando la verdad científica.

David Bohm, reconocido físico marxista, llegó a declararlos "traidores a la ciencia" y un materialista escribió: "el motivo subyacente, evidentemente, es la introducción de Dios como creador. Ahí está, según parece, la ocasión que esperaba la Teología Cristiana, desde que la ciencia se puso a reemplazar a la religión en el espíritu de los hombres de la razón, a partir del siglo XVII".

Robert W. Wilson -Nobel de Física, 1978- escribió en su libro: "Un ser superior podría estar en el origen del universo; aunque esta tesis general no me parece una explicación suficiente, acepto su coherencia".

Finalmente, Edwin Hubble y Milton Humason, con el telescopio del Monte Palomar, captaron el destello del inicio del universo, -Valor Constante Hubble- demostrando su temporalidad.

La obstinación en aceptar la realidad es condición humana; igual la conveniencia de negar verdades que incomodan, generando avances y retrocesos en el desarrollo y evolución del conocimiento.

Sin embargo, en la actualidad, son mayoría los científicos que aceptan el inicio y fin del universo, aunque también persisten los que niegan la teoría en defensa de un idealismo extremo.

Como dijera Galileo Galilei, buscando salvar su propia vida por haber declarado que la tierra se mueve, concluyó: "y sin embargo, se mueve". ¿Usted qué piensa?

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Escrito en: Diálogos YAMIL DARWICH

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