No se aferre al trabajo para siempre, esa no es la respuesta, y, antes de dar el salto a la jubilación o el retiro, pruebe nuevas actividades para encontrar lo que le dé sentido. (ARCHIVO)
¿Alguna vez has escuchado la frase 'tirar la toalla'? seguramente sí, ya que es una expresión que las personas emplean cuando se encuentran en medio de una situación difícil. En la actualidad, la expresión "tirar la toalla" se utiliza en un sentido más general para referirse a la idea de abandonar o renunciar a algo, ya sea un proyecto, una tarea o una lucha personal.
En este sentido, 'tirar la toalla' se aplica cuando una persona está a punto de darse por vencida y desea desistir de aquello que busca o que desea, es decir, cuando está a punto de abandonar una lucha, una búsqueda, una actividad que se ha desarrollado por muchos años, meta u objetivo que puede ser tanto personal como académica, laboral, deportiva e, incluso, amorosa.
Una persona me comentó que ya se iba a jubilar porque ese año su edad, sesenta y tres, y sus años trabajados, treinta y siete, sumaban cien. Él decía que cuando eso ocurre, es el momento preciso para pasar a otra cosa.
A veces, la aritmética no funciona. En el aspecto laboral la salida a veces se da sin el consentimiento personal -porque se cumplió la edad de jubilación oficial-, y muchas veces se da por decisión de la propia persona por diferentes razones, entre ellas, una sensación de fin de ciclo, de querer pasar página o porque se pierde la motivación, el propósito profesional. Retirarse de una posición para dejar paso a nuevas generaciones es una decisión para la que hay que prepararse en lo personal y en lo profesional, tanto si ello significa la jubilación como si se trata de un paso a otro ciclo. Y el cambio requiere de planeación para salvaguardar los intereses de tres grupos bien diferenciados: uno mismo, el equipo y la empresa.
A Ronaldo Hinojosa, de 67 años, dedicado a servicios financieros, le gustaba mucho su trabajo, pero las exigencias de este cada vez eran mayores y el se daba cuenta que la vida fuera del trabajo no la disfrutaba. Sus finanzas estaban en orden, no tenía problemas económicos, pero varios de sus amigos coetáneos ya habían fallecido, incluido uno que recién se había jubilado. Por lo tanto, Ronaldo decidió jubilarse, cuando llegó su último viernes laboral, se sentó frente a su computadora personal en la oficina hasta bien entrada la noche, convenciéndose de tirar la toalla, de retirarse de la vida laboral. Dijo que "sentía como si estuviera eliminando una parte de mi vida", y así lo era.
En el caso de los estadounidenses, están trabajando hasta edades más avanzadas que antes. La edad de jubilación era de 62 años en el año 2023, mientras que en 1991 era de 57. Las personas que no pueden dejar de recibir un sueldo después de los 65 años, simplemente no pueden darse el lujo de dejar de trabajar. Incluso cuando la parte financiera esta arreglada, decidir cerrar el capítulo de la vida laboral provoca cuestionamientos existenciales. Si uno se espera demasiado, es posible que se arrepienta de los años extra que dedicó al trabajo, y si deja de trabajar demasiado pronto, podría sentirse perdido en su nueva vida.
En nuestra sociedad el trabajo define quien eres, cuando estás jubilado eres un "fui". Por lo general, en el trabajo creemos que somos inmunes al paso del tiempo, el trabajo representa los cimientos de nuestra vida, Sin embargo, el fin del trabajo también nos alerta de que todo está también cerca del fin.
Una mayor expectativa de vida también ha influido para cambiar el cálculo para la jubilación. Antes, la jubilación parecía un respiro entre el trabajo y la muerte. Hoy la expectativa de vida puede extenderse dos o tres décadas más y eso altera lo que podemos hacer financiera y psicológicamente hablando. Hoy, podemos jubilarnos y continuar trabajando a otro ritmo, al ritmo que uno mismo determine. La jubilación también nos ofrece la oportunidad de trabajar para los demás en asociaciones y grupos comunitarios.
Aferrarse al trabajo nunca será una buena decisión. Debemos experimentar y hacer ajustes para encontrar la forma de lograr una nueva etapa de la vida que nos ofrezca libertad, descanso y realización, no una crisis de identidad.
No se aferre al trabajo para siempre, esa no es la respuesta, y, antes de dar el salto a la jubilación o el retiro, pruebe nuevas actividades para encontrar lo que le dé sentido y propósito a su vida. Si no nos preparamos para la jubilación, demasiadas horas vacías pueden hacernos sentir miserables.
Reduzca gradualmente su ritmo de trabajo, hable con su familia, haga labor de preparación y estará listo para iniciar su próximo capítulo. Júntese con los buenos, con quienes ya estén jubilados y que estén felices por ello, exprímales conocimientos de cómo hacerlo, busque la forma de compartir su propia experiencia y de sacar provecho al cúmulo de conocimientos, habilidades y relaciones que ha logrado hasta ahora.