Triunfos de Gilio, El Payo y El Galo en exitosa corrida del 16 de septiembre en Zacatecas
En tarde agradable y ante tres cuartos de entrada en los tendidos, el pasado lunes se llevó a cabo la tradicional corrida del 16 de septiembre dentro de la Feria, en la Plaza Monumental de Zacatecas, donde el lagunero Arturo Gilio Quintero cortó la primera oreja en la reanudación de su temporada mexicana.
Se lidiaron toros de la Concepción, bien presentados, dos buenos y cuatro regulares. Octavio García “El Payo” cuajó una gran faena al primero de su lote para cortar una oreja, a pesar de un pinchazo y estocada bien colocada, el toro fue premiado con arrastre lento. Con su segundo, el queretano tuvo recursos para firmar una faena con valor, sacando los muletazos con poderío y terminando por inventarse un trasteo en la que se entregó en todo momento, logró tandas de mucha calidad, con fuerte petición de oreja que el juez no concedió, aunque el “Payo” dio la vuelta al ruedo, ante gritos de “Torero, torero”.
André Lagravere “El Galo”, cuajó dos faenas muy entonadas que conectaron con el público zacatecano para cortar una oreja a cada uno de sus toros, con el primero, Lagravere supo estructurar una faena pausada y pulsada, más de media espada en buen sitio dejó en la suerte suprema, el toro dobló y se le concedió una oreja. Con su segundo, “El Galo” ejecutó una faena variada, en la que supo entregarse a un toro que no regaló nada, logró romper y llevar a buen puerto al burel; pasaportó al primer viaje y le fue concedida la oreja para ser el triunfador y abrir la puerta grande.
Arturo Gilio estuvo solvente ante el poco juego que dio el tercero de la tarde, el lagunero muy por encima de su enemigo, faena de poder y disposición, dejó una estocada entera que fue suficiente para saludar en el tercio. Con su segundo enemigo, un toro con poca fuerza y marcada querencia a las tablas, estuvo esforzado logrando tandas templadas por el lado derecho. Regaló un séptimo toro de La Concepción, en el que no se dejó nada en el tintero, terminó por cuajar una faena en la que dejó tandas de temple y largura por ambos lados, se fue tras la espada para dejar una estocada fulminante para ser premiado con una oreja, con fuerte petición de la segunda, con la que dio una ovacionada vuelta al ruedo.