ÁTICO
Raro sería que los candidatos no prometan. Lo riesgoso es que lo haga el gobierno y hacia el futuro, el partido en el poder.
Tras un sexenio de estabilidad macroeconómica y una notable revaluación del peso, AMLO cierra su gestión con el mayor déficit público desde 1988. El gasto público va en franca expansión. El costo de las elecciones es muy alto, incluyendo tanto lo que no se presupuesta (las bardas pintadas con propaganda y los acarreos) como lo que sí (como el aumento del 25 por ciento de las pensiones no contributivas).
Las candidatas andan desatadas. Si Claudia promete un apoyo bimestral para las mujeres equivalente a la mitad de la pensión de adultos de 65 y más, Xóchitl lo propone para hombres y mujeres, y Clara Brugada plantea pagar pensiones a partir de los 57 años a los habitantes de la CDMX.
Raro sería que la oposición optara por no prometer. Todos lo han hecho. Recuerden a AMLO. Lo riesgoso es que lo haga el gobierno y hacia el futuro el partido en el poder. De los 100 compromisos presentados por Claudia Sheinbaum, al menos 41 suponen un gasto adicional. Solamente en uno de los puntos habla de cómo financiar tales promesas: ser más eficiente en la recaudación.
Es revelador el punto 75: "Fortaleceremos a Mexicana de Aviación con la adquisición de más aeronaves...". ¿En serio es defendible gastar dinero público en esto en lugar de comprar medicinas?
El gobierno es el responsable de cuidar el futuro. Le heredaron finanzas públicas sólidas y fideicomisos con decenas de miles de millones de pesos que AMLO ya casi gastó por completo. El gobierno de Peña Nieto hizo un ajuste fiscal en el 2017, incluido el gasolinazo, que significó un primer impulso para AMLO en las preferencias electorales. En contraste, el Presidente heredará innumerables retos fiscales. Una parte de la prudencia del gasto de AMLO fue a costa de no gastar lo suficiente ni en vacunas, ni en medicinas, ni en mantenimiento, ni en infraestructura... salvo para sus proyectos. Hay mucho gasto público reprimido que la futura Presidenta tendrá que encarar. Y está por supuesto el hoyo negro de Pemex.
Para colmo, el país ya entró en un proceso de envejecimiento. Hoy el 12 por ciento de la población tiene 60 años o más. En 2070 será de 34 por ciento. La tasa de fecundidad, de 1.73 hijos por mujer, es menor a la de reemplazo, por lo que la población se irá achicando. Lo responsable sería subir la edad de retiro.
El espacio fiscal se podría ampliar si la economía creciera más. Pero AMLO no tuvo una estrategia para impulsar el crecimiento. Para su fortuna, el nearshoring llegó y cerrará con una economía un poco mayor que la heredada. A pesar de ello, el crecimiento promedio anual será de sólo 1.08 por ciento, el más bajo desde Miguel de la Madrid. Esto en un contexto donde Estados Unidos está creciendo de forma excepcional. En sus 100 puntos, la candidata oficial ya prometió seguir con la obsesión de que el Estado tenga empresas energéticas dominantes y con eliminar la división de poderes, ambas contrarias al crecimiento económico.
Después de escuchar tantas veces que ya venía el lobo, que AMLO era un peligro para México y que con su gobierno se iba a devaluar el peso, es fácil convencerse que el lobo no vendrá nunca. En Morena están seguros que el lobo ni existe. Pero, como en la fábula, el lobo al final llega.
Es conocido el siguiente diálogo de Fiesta, célebre novela de Hemingway: "¿Cómo te arruinaste? -preguntó Bill. -De dos formas: primero poco a poco, luego de repente. -¿Pero, cuál fue la causa? ?Los amigos".
Acá no son los amigos, bueno, en parte sí, aquéllos a los que se les dan contratos por arriba de su valor y trabajos para los que no están capacitados. Pero la causa de fondo es gastar en lo que el Presidente desea, por capricho o para ganar votos. Ahí está el espejo argentino de cómo, cuando se siembran promesas de gasto imposibles de cumplir, se termina en el infierno.
Se ven tan felices las candidatas buscando la Presidencia. Lo que les espera.
