México debe maximizar en favor del pueblo el valor de sus recursos naturales, como son los hidrocarburos. Ese debería ser el objetivo de todo gobierno.
Transformar los hidrocarburos en combustibles es una manufactura más, como convertir el hierro en acero, o la madera en papel o el algodón en telas. Si se hace bien se gana dinero; si se hace mal, se pierde. La manufactura es complicada porque se compite contra los mejores del mundo y los privados lo suelen hacer mejor que el gobierno. La mayor ventaja de dejar a los privados esos procesos es que si lo hacen mal, quiebran; si el gobierno lo hace mal, le inyecta más dinero para que siga operando.
Estamos en esta confusión. Nos ha salido caro. En este sexenio se han gastado al menos 63 mil millones de pesos en reparar o mejorar refinerías, más los hasta ahora reconocidos 318 mil millones que lleva Dos Bocas. En el mismo periodo, Pemex ha perdido casi 860 mil millones de pesos de 2023 refinando petróleo.
Ha perdido hasta en los dos últimos años que han sido espectaculares para la industria dado que, tras la invasión rusa a Ucrania, se amplió el diferencial entre el precio de la gasolina y el del crudo. Por ello, Deer Park ha sido gran negocio para Pemex. Estaba bien operada por Shell, una empresa privada que rinde cuentas a sus accionistas.
Las pérdidas acumuladas por refinar crudo desde 2004 han sido de 2.9 billones de pesos de 2023. Seguramente Pemex pierde dinero desde que se inauguraron las refinerías, pero antes su contabilidad no distinguía entre la producción de crudo y su procesamiento. Estas pérdidas son más del doble de la deuda de largo plazo de la empresa. Pemex sería fuerte si no cargara con ese lastre.
La confusión fácilmente lleva a otras decisiones absurdas. ¿Acaso hay que tener plantas estatales de petroquímica, pues el insumo también es un hidrocarburo? Lo hemos hecho. Pemex tiene petroquímicas que también pierden dinero y han obstaculizado el desarrollo del sector, porque por décadas sólo el Estado podía desarrollar la llamada petroquímica básica, una definición arbitraria.
Para la industria química mexicana ha sido tortuoso operar con Pemex como proveedor y muchos industriales han optado por importar insumos ante la escasez o restricciones para producirlos acá. Por ello México tiene un alto desbalance comercial en el sector, más de 31 mil millones de dólares a noviembre de 2023.
¿Por qué la obsesión por tener una empresa pública procesando crudo? Una razón es ideológica, "hay que agregar valor a nuestra materia prima". A la vista de todos está el resultado de esta confusión: el Estado es pobre porque no agrega valor cuando refina, lo pierde.
Por otra parte, hay muchos intereses detrás de una refinería: proveedores, empleados, quienes asignan los contratos de mantenimiento... Claro que hay derrama económica en la zona. La pregunta es ¿por qué debemos gastar recursos públicos en ello? O visto desde otro ángulo, con que una fracción de las pérdidas de una refinaría fuera utilizada en el desarrollo de la zona aledaña, tendrían un mucho mejor impacto.
No es fácil salir de este pantano. Cada refinería es distinta. Para algunas quizás sea viable encontrar un socio que las opere mejor, aunque es todo un reto porque les sobra personal, son viejas, mal diseñadas y traen un rezago en mantenimiento.
Otra opción es cerrarlas. Se ahorraría mucho dinero y quienes viven junto a ellas respirarían menos contaminantes. Cada peso perdido en refinar es un peso no usado en comprar medicinas. Cada minuto de atención del Presidente en Dos Bocas implica desatender la salud pública.
Es más fácil movilizar a las personas afectadas por el cierre de una refinería que a las muchas más que se beneficiarían por gastar mejor el dinero para subsidiarla. Pero para eso son los procesos electorales, para mostrar los dilemas y confusiones que tiene un gobierno. Le toca al votante decidir.
@carloselizondom
ÁTICO
¿Por qué la obsesión por tener una empresa pública procesando crudo? Hay razones ideológicas pero también intereses detrás.
