El nombre de un cuadro pintado por el polímata Leonardo Da Vinci, desde hace mucho tiempo recibió el nombre de La Gioconda, pero tiempo después también fue conocido por la gente como La Mona Lisa, tan es así que hasta existen canciones con este nombre, lo que nos sugiere que a autores y público les gusta más esta última nomenclatura. ¿Cuál prefiere usted?
Sobre la identidad de la bella fémina, los historiadores difieren, pues unos dicen que está relacionada con el mecenas del cuadro, que podría ser Francesco del Giocondo (supuesto esposo de la modelo) o Juliano de Médici (Duce de la República Florentina) de quien era favorita la mujer que posó para Leonardo. Estas versiones son las alternativas que se han aceptado para conocer quién es la persona que aparece en el famoso cuadro.
Otro de los misterios es la ubicación de la pintura, pues desde que se conoce, se la sitúa en Francia, no en Italia donde se supone que fue creada, ya que autor y modelo son florentinos. Algunos historiadores afirman que el retrato lo hizo Da Vinci para sí mismo y no para un mecenas, y la prueba es que Leonardo lo llevó consigo cuando se fue a Francia a ofrecer sus servicios al rey Francisco I. Desde entonces la pintura nunca regresó a tierras italianas, por eso hasta la actualidad es patrimonio del Museo de Louvre.
A nosotros, hispanohablantes mexicanos, nos hace algo de ruido el nombre de esta pintura: La Mona Lisa, pues nos connota a una muñeca muy plana u otro concepto parecido, ya que la palabra mona tiene varias acepciones, desde primate en femenino, hasta alguna persona o cosa muy bonita. Además la palabra lisa tiene en los diccionarios una acepción de superficie sin rugosidades ni asperezas. Entonces, ¿por qué se llama así la Mona Lisa?
En primer lugar, debemos recordar que esta obra de arte fue producida en Italia, y en el leguaje de esta nación la palabra Monna es el diminutivo de Madonna, que significa señora, pero especialmente referido a la Madre de Jesús, quien es representada en un enorme número de pinturas artísticas, es decir, si se trata de una madona (en español la escribimos con una sola ene), de seguro sabremos que quien aparece ahí es la Virgen María con el niño en sus brazos.
Con estos antecedentes, podemos ver que La Gioconda representa no precisamente una madona o señora, sino una mona (en diminutivo) o alguien inferior a la Virgen Madre del Redentor.
Por otra parte, algunos historiadores dicen haber identificado a la mona que aparece retratada en este famoso cuadro, y afirman no con mucha seguridad, que se llamaba Lisa, nombre frecuente en Italia (¿se acuerda de Lisa Minnelli?), que tiene su antecedente en el nombre hebreo Elisheba, el cual pasa a otras lenguas con variantes como Elizabeth, Lizbeth o simplemente Lisa, como en el presente caso.
Entonces la Mona Lisa es lo mismo que la Señorita Elizabeth (ya mutatis mutandis), aunque para que parezca más críptico y tenga un aura de misterio y de obra maestra de la pintura, la llamamos Mona Lisa, y así también la distinguimos de todas las otras pinturas habidas y por haber.
Cuando vemos este magnífico retrato, aunque sea en reproducciones, nos damos cuenta de que el sentimiento se cambia del sujeto al objeto, pues da la sensación de que es ella quien nos contempla y le causamos un efecto de misterio, pues no atinamos a saber si su media sonrisa es de burla o de simpatía, de tenue alejamiento o de aceptación. Además, el ambiente que rodea a la Mona Lisa es de una gran tranquilidad que refuerza los inefables sentimientos que emergen de ella como reacción a los que salen de nosotros al contemplarnos, pues ella es la que nos está percibiendo, con su misterioso gesto de aprobación o rechazo.
