AP
Estados Unidos y sus aliados occidentales están enfrentados con Rusia por su producción de diamantes, pero el miércoles unieron fuerzas para mantener su respaldo al Proceso de Kimberley, que busca erradicar el comercio de los llamados "diamantes de sangre" que ayudaron a alimentar conflictos devastadores en África.
En una reunión de la Asamblea General de Naciones Unidas, sus 193 países miembro adoptaron por consenso una resolución que reconoce que el Proceso de Kimberley, que certifica la exportación de diamantes en bruto, "contribuye a la prevención de los conflictos alimentados por los diamantes" y ayuda al Consejo de Seguridad a aplicar sanciones al comercio de esas piedras preciosas procedentes de zonas en guerra.
El Proceso de Kimberley entró en vigor en 2003 tras las sangrientas guerras civiles en Angola, Sierra Leona y Liberia, donde los grupos armados utilizaron los diamantes para financiarse.
El embajador de Zimbabue ante la ONU, Albert Chimbindi, cuyo país presidió el proceso en 2023, dijo al presentar la resolución que ésta renovará "el compromiso (de la Asamblea General) de garantizar que los diamantes sigan siendo una fuerza para el desarrollo sostenible inclusivo en lugar de un motor de conflictos armados".
Era cierto en 2003 y "sigue siéndolo ahora", agregó señalando que los beneficios del comercio de diamantes pueden alimentar conflictos, financiar movimientos rebeldes orientados a socavar o derrocar gobiernos y provocar la proliferación de armas ilegales.