Estados Unidos es una nación en grave declive. No lo digo yo. Lo dice el Partido Republicano en su plataforma 2024 "Hacer a Estados Unidos grande de nuevo". Es la plataforma con la que Donald Trump recupera la presidencia de la gran potencia americana. Veo un grave error de hecho en la visión de la ultraderecha republicana. No es EUA en sí el que está en declive. Lo que está en declive es la hegemonía global estadounidense. La Unión Americana ya no es el líder indiscutible del mundo, al menos no el líder que fue durante la época de la hiperglobalización (1980-2010). No obstante, EUA sigue siendo el estado nacional más poderoso del orbe. La ultraderecha republicana acusa una profunda miopía en su visión.
Ellos ven en el avance de los Derechos Humanos, sobre todo para las minorías, la razón principal del declive. Basta con entender qué es la ultraderecha republicana para comprender por qué piensan eso. La ultraderecha republicana es un conjunto de grupos de interés que quieren aumentar, mantener o recuperar sus privilegios dentro y fuera del país. La punta de la pirámide la ocupan los hombres blancos de cultura cristiana y de clase media alta y alta. Dueños, ejecutivos o mandos de grandes empresas. Es el grupo al que Donald Trump pertenece y representa. Por supuesto que también hay en la ultraderecha republicana hombres blancos de clase media baja y baja, mujeres blancas de distintas clases, varones de minorías étnicas con cierta posición, etc. Pero con todo y sus diferencias, creo que comparten un común denominador: quieren aumentar, mantener o recuperar sus privilegios. Luego están millones de personas en las que resuena por distintas razones parte del mensaje de Trump. En el fondo, los EUA que defiende el magnate neoyorquino y su partido son los EUA en donde los privilegios estén en donde ellos creen que deben estar. Por lo tanto, el núcleo duro de la ultraderecha republicana ve como causa del declive de su nación rica, blanca, cristiana y de dominio masculino al avance del discurso progresista que defiende los derechos de las minorías.
Pero el problema con Trump y sus millones de simpatizantes, no es sólo la miopía de la visión republicana actual sobre el declive estadounidense. Es también la forma en la que pretende revertir dicho declive. Para que en una sociedad haya privilegios a favor de un grupo de población, los derechos de otros grupos deben ser restringidos. De la misma manera, para que en el mundo haya privilegios a favor de un país y sus aliados, las capacidades de otros países deben ser restringidas. El asunto es que la realidad de EUA no es hoy la de hace 30 años, mucho menos la del mundo. La Unión Americana es ahora más diversa en todos sentidos. Y el mundo es más complejo por múltiples razones. La ola que ha llevado nuevamente al poder a Donald Trump es una ola reaccionaria en la que el miedo es la emoción principal que moviliza. Miedo a la diversidad. Miedo a la complejidad. Miedo a perder los privilegios. Miedo a dejar de ser "la potencia" para ser una entre varias. Pero hay un problema mayor.
Quienes no comparten la visión de Trump dentro y fuera de los EUA creen que la principal amenaza está en lo que el republicano pueda hacer de todo lo que ha prometido. Yo difiero. Me parece por lo menos igual de amenazante para EUA y el mundo aquello que Trump no pueda llevar a cabo "por la buena". Y tiene que ver con los planteamientos simplistas y algunos francamente absurdos de su plataforma. Cito algunos ejemplos para explicarme, aquellos que tocan más la relación de EUA con el mundo.
Respecto a la situación de inestabilidad y conflictos que vive el mundo, Trump y su partido proponen: "regresar a la paz a través de la fuerza" y "prevenir la Tercera Guerra Mundial, restablecer la paz en Europa y Oriente Medio (...). La visión trumpista de la paz es que EUA sea considerablemente más fuerte que las potencias que lo desafían o pueden desafiarlo. Es la versión estadounidense de la máxima de Publio Flavio Vegecio: "si quieres la paz, prepárate para la guerra". El problema es que, como hemos visto en el último decenio, que incluye el primer mandato de Trump, las potencias emergentes no occidentales no van a quedarse cruzadas de brazos y continuarán incrementando su fuerza. ¿Qué pasará si el poder de EUA y la amenaza de usarlo no son suficientes para forzar la paz, como pretende Trump? El magnate sabe que de poco sirve el poder si no está dispuesto a utilizarlo. Es decir, si no está dispuesto a imponer la paz a través de la guerra.
Para restablecer la paz en Europa, la estrategia de Trump y los republicanos apunta, por ahora, a dejar de apoyar a Ucrania desde EUA y tal vez hacer algunas concesiones a Rusia. El problema es que pensar que Moscú se conformará con las ganancias obtenidas hasta hoy es de una ingenuidad supina. Probablemente lo haga de momento, pero sólo para retomar sus objetivos maximalistas más adelante. Y en Oriente Medio, el trumpismo propone hacer de Israel un ariete occidental mejor armado y con mayor capacidad de eliminar a sus adversarios en la región para imponer una pax judeo-estadounidense. Este objetivo chocará con los intereses de Irán, Turquía, Rusia y China. Una cosa es decretar la paz por medio de la fuerza, y otra muy distinta es lograr que todos los actores se sometan a dicha fuerza.
En política migratoria y seguridad fronteriza, la plataforma republicana promete "sellar la frontera y detener la invasión migratoria"; "realizar la mayor operación de deportación en la historia de Estados Unidos" y "detener la epidemia de delincuencia migratoria (...)". Más allá de lo obtusa de la visión de Trump en el tema, que pasa por alto la importancia de la migración para la economía estadounidense y la participación que en ella tienen las élites políticas y económicas de ese país, preocupa lo que puede ocurrir en el muy probable caso de no alcanzar ni siquiera los objetivos más básicos por una cuestión elemental: se requiere una ingente cantidad de recursos. Y ante los límites, para nada es descartable la militarización parcial o total de la seguridad interna de EUA, lo que conduciría a mayores violaciones de los Derechos Humanos y a la pérdida de libertades incluso de ciudadanos estadounidenses.
Con lo escrito aquí, tiendo la línea de una hipótesis: las capacidades blandas de los Estados Unidos ricos, blancos, cristianos y masculinos para mantener su hegemonía y esquema de privilegios dentro y fuera del país se han agotado. Trump aparece como el último recurso de esa hegemonía estadounidense. El asunto es hasta dónde está dispuesto a llegar, sobre todo en aquello que no puede cumplir sin hacer uso de la fuerza.
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