Vivimos en términos del poder mundial, del sistema global, del orden internacional y de la hiper globalización financiera un formidable cambio de época. Proliferan múltiples transformaciones, desequilibrios, conflictos, guerras y crisis, de una complejidad y aceleración mayúsculas. Experimentamos colosales avances tecnológicos, en medio de un desarreglo internacional, que parece mostrar que a pesar de saltos cuánticos vamos en retroceso. La humanidad está en riesgo.
La guerra en Ucrania contra la invasión de Rusia a su territorio, respaldada por la Alianza Atlántica, junto con el genocidio del pueblo palestino y la extensión del conflicto en Medio Oriente, aunada a la guerra ignorada en Sudán, además de las tensiones entorno a Taiwán en medio de las disputas en el Mar meridional de China, en el contexto de las actuales confrontaciones comercial y tecnológica entre Estados Unidos y China; todos estos conflictos están teniendo graves consecuencias políticas y económicas a nivel global y han venido a amplificar muchos de los impactos en las cadenas globales de valor tras el fin de la pandemia.
Entre estos impactos, están los problemas de abastecimiento y garantía en los suministros de las cadenas de valor, junto con el incremento en el costo del transporte internacional. Ante la interrupción de las cadenas de valor global, el nearshoring, en particular el friendshoring surgen como opciones para sustituir el traslado de los procesos de fabricación que anteriormente se centraron en aprovechar los bajos costos. Ahora Estados Unidos está empeñado en deslocalizar su producción de manufacturas en China. Es una oportunidad para México, pero debemos aprovecharla y concretarla, porque no serán suficientes sólo la cercanía geográfica y los beneficios pactados en el T-MEC.
La globalización neoliberal parece haberse agotado ante el resurgimiento de distintos nacionalismos y la vuelta del proteccionismo. El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, el predominio comercial de China, las regresiones políticas en algunos países de Europa, gobiernos populistas en América Latina, así como algunas dificultades políticas en Asia como en Japón y Corea y las tensiones geopolíticas en el Indo Pacifico, lo hacen patente.
Como bien señalara mi colega columnista Arturo González: Desde Europa Oriental hasta Asia Pacífico se extiende un arco de conflictos y tensiones en el que participan de forma directa o indirecta las potencias regionales y mundiales. Más o menos las mismas en todos los casos. La guerra de Ucrania se encuentra en una nueva escalada debido a la autorización que EUA y sus aliados dieron a Ucrania para atacar objetivos en territorio ruso con misiles de mediano alcance fabricados en Occidente.
África está muy lejos de haber silenciado las armas habiendo cruentos conflictos en Sudán, Sudán del Sur, Etiopía y graves rupturas en el Sahel sobre todo respecto de Francia, la ex potencia colonial con el resurgimiento de grupos terroristas. Rusia y en particular China son hace tiempo actores y socios predominantes en materia de seguridad e inversiones y proyectos de infraestructura en el continente. Sin embargo, la agenda 2063 de la Unión Africana continúa avanzando.
En Europa, los gobiernos de Macron en Francia y Scholz en Alemania enfrentan sendas crisis políticas de liderazgo y libran duras batallas electorales las cuales seguramente desembocarán en gobiernos de derecha. El informe Draghi es una urgente y contundente llamada a la acción a redoblar los esfuerzos de integración.
América Latina vive una marcada polarización y desintegración. Centroamérica está fracturada políticamente. El colapso del régimen castrista en Cuba está a la vista. La encrucijada en Venezuela no ha encontrado una salida a pesar de las tragedias. No son escenarios distantes, menos aún ajenos. Tienen y tendrán implicaciones directas para México. Necesitamos trabajar con Brasil. Con Chile y con Perú para destrabar y detonar todo el potencial de la Alianza del Pacifico, un visionario mecanismo de importancia estratégica para México.
Después de más de dos décadas, concluyó la renegociación del acuerdo Mercosur-UE. Pero ese tratado de libre comercio y cooperación política deberá superar algunos obstáculos, empezando porque Milei tendrá la presidencia pro tempore del mecanismo mientras subsisten algunas reservas en la parte europea. Recordemos que el Acuerdo Global modernizado de México con la UE sigue esperando su ratificación. Son lecciones fundamentales que no podemos ignorar, sobre todo ante la dura revisión e inminente renegociación del T-MEC con Estados Unidos y Canadá.
Necesitamos comprender a fondo el paso de la hiperglobalización a la reconfiguración global en donde hay más competencias abiertas, nuevas agendas emergentes, una cambiante jerarquización de determinados sectores productivos y estratégicos, con una dinámica imparable de cambios profundos en las sociedades y los mercados. Al mismo tiempo, debemos vislumbrar las implicaciones de la fragmentación geoeconómica que avanza y se profundiza impactando la seguridad internacional, a regiones y países.
En el contexto de la competencia entre EUA y China se está formando una intrincada red de aranceles, tarifas, subsidios, acuerdos condicionados y medidas restrictivas a la inversión extranjera directa. Estas medidas emergentes y cambios están dando lugar a un entorno geopolítico y geoeconómico distinto permitiendo que países del Sur Global disputen un mejor lugar en la arena internacional. China y Rusia encabezan y conforman el mayor desafío al orden liberal internacional.
¿Podrá México comprender su lugar en América del Norte y ejercer su peso y prestigio en el mundo? ¿Situarse respecto de China con visión e inteligencia en este cambio de época y jugar un papel constructivo, actuando con independencia y determinación en los vertiginosos e inciertos escenarios presente de la (des) globalización, regionalización y fragmentación productiva? Ojalá.
@JAlvarezFuentes