¿Qué hace que unas personas nos atraigan sexualmente y otras no? ¿El aspecto físico? ¿La inteligencia? ¿Resulta variable a lo largo del tiempo? Recientemente estuve reflexionando sobre este tema y me surgieron varias preguntas. ¿Qué papel juega la química y cómo influye en nuestro deseo o rechazo hacia otra persona? Parece que hay una especie de imán que determina si sentimos una conexión o no. Aunque no comprendo del todo cómo funciona la atracción, estoy convencida de que la presencia de una conexión química es fundamental para un acercamiento íntimo. No estoy segura de si esta atracción se relaciona directamente con las hormonas, con el aspecto de la persona, un olor seductor o una sonrisa cautivadora… así que me he puesto a investigar un poco sobre los factores que integran la atracción entre individuos. Me interesa entender si la química entre dos personas está realmente ligada a factores biológicos específicos o si hay otros elementos en juego.
La química sexual es como una receta secreta llena de ingredientes intrigantes. El grupo de hormonas y feromonas son como mensajes invisibles que tu cuerpo envía a los posibles candidatos/as. La testosterona y el estrógeno juegan su parte, aumentando el deseo y la atracción pero el sexo no vive solo de hormonas. La atracción se mueve también por otros caminos. Hay una especie de aprendizaje sexual de las preferencias estéticas a través de las distintas parejas que hayas tenido. "Parece que el cerebro almacena las experiencias sexuales y las asocia al placer obtenido con el recuerdo de cada pareja. Establece rutas de preferencia de atracción sexual y pautas de belleza que pueden variar a lo largo del ciclo vital", así explica Raúl Espert, doctor en Psicología, experto en Neuropsicología y profesor titular de Psicobiología en la Universidad de Valencia. Al parecer nuestro cerebro tiene un gusto especial por la simetría y hasta por la sonrisa. Es como si nuestro cerebro tuviera un pequeño detector de belleza. Si alguien tiene un rostro y un cuerpo equilibrados, es más probable que lo encuentres atractivo.
Dicen que la compatibilidad genética es otro factor importante en la química sexual, puede sonar algo raro, pero tu cuerpo busca parejas con un "sello genético" diferente al tuyo, es una forma de asegurar que los futuros hijos tengan una buena mezcla genética. Otro elemento fundamental para que pueda surgir una química altamente potente es la conexión emocional. Pasar tiempo juntos y compartir risas y experiencias puede hacer que te sientas aún más atraído por alguien. Y hasta los factores culturales y experiencias sociales también juegan un papel en lo que consideramos atractivo. Por último en mencionar, el rol del cerebro que actúa como el director de orquesta de esta sinfonía química. Cuando estás atraído por alguien, tu cerebro libera dopamina, la sustancia que te hace sentir como si estuvieras en una montaña rusa emocional.
En resumen, la química sexual es un fenómeno multifacético que involucra la interacción de hormonas, feromonas, características físicas, experiencias personales, conexiones emocionales y factores culturales. Es una mezcla compleja que varía de persona a persona y a lo largo del tiempo. Todo controlado por nuestro cerebro con la liberación de neurotransmisores como la dopamina y la oxitocina promoviendo el placer y el deseo además de incrementando el vínculo emocional y la confianza. Desde el lado biológico, es el cerebro el verdadero comandante de nuestros comportamientos; es él quien crea esa chispa especial siendo el órgano del amor, y no el corazón como todos pensamos.
Me pregunto si la atracción va más allá de lo biológico y si hay un vínculo espiritual que influye en su cercanía. ¿Es posible que exista un reconocimiento entre almas que explique el deseo de estar juntas? Cuando dos almas están destinadas a unirse íntimamente, surge una atracción especial, como si fueran imanes que generan una sinergia única. ¿Podría ser que algunas personas estén predestinadas a encontrarse y que existan factores más allá de lo físico en juego?
La química sexual puede estar presente en relaciones donde compartimos experiencias kármicas, es decir, aquellas que están destinadas a enseñarnos lecciones importantes o a ayudarnos a crecer espiritualmente. Estas conexiones suelen cumplir un propósito específico, como la sanación, el aprendizaje o la resolución de conflictos del pasado. La química en estas relaciones es especialmente intensa debido a la profunda conexión emocional y espiritual que comparten. Se experimenta un reconocimiento instantáneo y una conexión inmediata que puede parecer familiar, lo que intensifica tanto la atracción como la química sexual. Las relaciones kármicas, aunque pueden incluir una fuerte atracción, también presentan desafíos y conflictos. Estas dinámicas complejas ofrecen lecciones de vida y están impulsadas por un propósito común, que puede incluir la sanación y el crecimiento personal. En algunas tradiciones espirituales, se cree que las almas pueden reencarnarse juntas para resolver asuntos pendientes. Así, las relaciones kármicas se convierten en una oportunidad para trabajar en esos temas, y la química sexual puede servir como un recordatorio de la historia compartida entre las almas.
Quizás esas almas afines, provenientes de otras vidas, aporten un elemento mágico y difícil de explicar, añadiendo una dimensión intrigante a esta ecuación de física y química. En este contexto, la conexión trasciende lo tangible y se convierte en un fenómeno fascinante que desafía nuestra comprensión. Quedan aún muchas incógnitas por resolver sobre los mecanismos de la atracción sexual. La biología y la experiencia determinan buena parte del deseo. Dar rienda suelta a la pasión corresponde ya a la voluntad de cada uno, la excitación está presente y la curiosidad está activada. El deseo habla.
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