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LA PRIMERA PRESIDENTA DE MÉXICO, ¿TRIUNFO FEMINISTA?

Hace un par de días Claudia Sheinbaum rindió protesta como la primera presidenta de México y afirmó que "es tiempo de mujeres"… y aquí nos preguntamos, ¿lo es?

Que por primera vez en más de 200 años de historia del país haya una mujer ocupando la cabeza del Poder Ejecutivo sí es digno de nombrarse y de analizarse, pero no sólo esto es histórico, también el hecho de que los tres poderes de nuestro país estén encabezados por mujeres es digno de resaltar.

¿Qué haya mujeres encabezando los máximos poderes de la nación nos da una "ventaja" a las mujeres? No, claro que no, pero definitivamente es un triunfo feminista. Hace unas semanas en esta misma columna hablamos de cómo Claudia Sheinbaum nos representa a todas y es un punto muy alto de nuestra historia como mujeres en búsqueda de la igualdad de derechos, es decir: de nuestra historia feminista.

Para llegar a este triunfo, muchas mujeres a lo largo de siglos (sí, siglos) enfrentaron luchas (con todo lo que ello conlleva: discusiones, disputas, protestas, manifestaciones, prisión y hasta la muerte) para conseguir reconocimiento en distintos ámbitos de la vida. Por ejemplo, se luchó para que las mujeres tuviéramos "permiso" para poder tener propiedades, para poder tener derechos sobre los hijos y las hijas, para poder tener una cuenta bancaria, para poder ir a la escuela a aprender y para tener el derecho de votar y ser votadas. Es muy importante recalcar estos últimos derechos, ya que sin ellos no podríamos hablar de una mujer presidenta.

Nuestro derecho a votar no necesariamente llegó al tiempo del derecho a ser votadas y hay una enorme diferencia en cuanto la participación política que nos atañe hoy. Si con el primero teníamos el derecho de participar apoyando en la construcción de nuestro país en manos de los hombres, con el segundo tenemos el derecho de construir nuestro país de manera activa. Gran diferencia, ¿no creen?

Así que, sin ese derecho, no podríamos hablar de una presidenta mujer, por tanto: sí, es un triunfo de esas mujeres que lucharon para que en México ?y en el mundo? pudiéramos votar y ser votadas.

Pero, ¿es EL triunfo? ¿Ya estamos del otro lado al tener una presidenta mujer? No, por supuesto que no.

Primero, porque no sabemos si tiene realmente una agenda feminista (más allá de las promesas), es decir, que tenga perspectiva de género y se preocupe y ocupe de temas que nos importan y nos afectan a las mujeres.

Segundo, porque sí, se rompió un "techo de cristal y no es poca cosa. El techo de cristal es un término que se utiliza para referirnos a esas barreras invisibles que impiden que las mujeres alcancen puestos directivos o cabezas de empresas y Estados, pero, para que podamos cantar victoria hay que pensar en que pocas mujeres son las que llegan a superar otros impedimentos para llegar al punto de enfrentar un techo de cristal. Aquí entra el famoso "piso o suelo pegajoso".

Este término se refiere a algo anterior a poder llegar a aspirar ese puesto directivo, mucho más atrás: Son todos esos factores que impiden que una mujer pueda desarrollarse en la esfera pública o laboral.

Ejemplos podrían referirse a cuando las mujeres no van a la escuela porque "no es cosa para viejas" o "porque el lugar de la mujer está cuidando a los padres, abuelos, hijos, el hogar…" Imaginemos que estamos efectivamente en un piso tan pegajoso que no nos permite movernos y avanzar, así que en ese estancamiento es imposible pensar en desarrollarnos para alcanzar el techo de cristal.

Y no quiero con esto que se entienda que lo que busco es demeritar el triunfo de la historia feminista hasta este punto, lo que pretendo es recalcar que la realidad de las mujeres está llena de intersecciones, de puntos que nos afectan y limitan, y mientras una mujer siga sin tener la oportunidad de ir a la escuela o que siga siendo casada a los 12 años porque así es la tradición o que tenga que trabajar 8 horas fuera de casa para llegar a encargarse de las labores de casa y atender (cuidar) a otras personas porque "le toca", tenemos aún mucho que trabajar.

El piso no está parejo para todas. No todas tenemos las mismas condiciones ni oportunidades y por eso, tenemos que estar abiertas a los otros feminismos, a las otras realidades y a seguir trabajando para que ese piso de empareje. Quizá con tres mujeres encabezando los poderes se avance, quizá no, pero el resto de nosotras, esas mujeres de a pie, tenemos el compromiso de seguir siendo críticas con nuestros gobiernos, de respetar las leyes pero también de protestar, de exigir, de luchar.

Vamos avanzando, pero falta mucho para decir que "el feminismo ya fue", aunque tengamos una Presidenta en Palacio Nacional.

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