Hace unos días tuve el privilegio de asistir al examen profesional de mi hija, después del cual se convirtió formalmente en mi arquitecta favorita, les cuento esto porque ese día comprendí que todos los "sacrificios" que según yo he hecho los últimos 23 años, para educar de la mejor manera a mis hijas, en realidad nunca fueron sacrificios sino una extraordinaria inversión a largo plazo. Nos pasamos la vida dando todo por nuestros hijos, tiempo, esfuerzo, paciencia, cariño y un poco de nuestra sabiduría ya que nadie nos enseña a ser padres ni a como educar a los hijos, todo es un constante "prueba y error"; Y es en momentos como el que yo viví esta semana, cuando nos damos cuenta que todo valió la pena y más.
En esto de ser padres siempre habrán cosas que hagamos mal y millones que hagamos bien, siempre habrán cosas que nuestros hijos odien de nosotros y por las que los dejemos "traumados" y tengan que gastar parte de sus ingresos futuros en alguna terapia para superarnos y hacer la paz con los que les tocó vivir por nuestra culpa. Y pues ni modo todos pasamos por eso, pero la realidad es que a la larga las cosas positivas son mucho mas que las negativas.
Lo que sí no se nos puede escapar nunca, es que bajo nuestra bandera de "soy tu mamá o papá" dejemos de ver que nuestros hijos son seres diferentes a nosotros y que no les permitamos ser quiénes son; que prefiramos quebrarlos con tal de que entren en nuestro molde, o romper con ellos antes de aceptar que son una persona distinta a la que quisiéramos que fueran.
Que entendamos que nuestro sistema puede funcionar bien para un hijo y pésimo para otro y, entonces, hay que tener la sabiduría y humildad de encontrar otro sistema. Que los hijos, a veces, no van a encontrar en nosotros todo lo que necesitan, y está bien que lo busquen en alguien más. Que el privilegio que es dar vida no nos da derecho, de ninguna manera, de controlar a los hijos… que no somos sus dueños. Nuestra labor es, únicamente: amarlos, guiarlos y maravillarnos de todo lo que son, lo bueno, lo malo, lo peor y lo gozoso.
Los hijos vienen especialmente diseñados para rompernos los esquemas y son, sin lugar a dudas, los maestros que la vida nos manda para trabajar todas esas cosas en las que cojeamos, lo que más nos cuesta, lo que más nos choca, lo que más nos reta. Ser papás es el examen profesional de la vida.
Si lo hacemos bien, no tengo que explicarles la maravilla que es y, si lo hacemos mal, nos costará la relación con ellos e, incluso, la ruptura permanente del vínculo y, entonces, la pérdida más dolorosa y permanente de nuestra existencia. Hacerlo bien implica, antes que nada, entender que son un ser humano. ¡Una persona! Independiente. Libre. Distinta a nosotros y con sus propias ideas, necesidades, opiniones y agenda. Desde que son pequeños. Lo mas difícil es soltar, saber cuanto soltar y cuando soltar, se los digo por experiencia, pero si no lo hubiera hecho, seguro no sentiría la satisfacción que siento hoy.
Por eso creo que hay que educarlos con amor y responsabilidad, dejarles claro que siempre estaremos ahí para lo que necesiten de nosotros, pero que la tirada es que ellos tomen sus decisiones y sean libres para ser lo que ellos quieran, y esto de soltar poco a poco tenemos que hacerlo desde lo antes posible, desde dejarlos decidir qué ponerse, servirse cuánto quieren comer, dejarlos equivocarse, experimentar, enseñarles a tomar decisiones y respetar lo que decidan y aprender a maravillarnos de la persona en la que se van convirtiendo desde muy pequeños permitiéndoles descubrir, solos, sin tener que entrar en moldes, en patrones, en nuestras expectativas, si no los dejamos ser lo que ellos quieran ser lo mas probable es que a la larga se vayan lo mas lejos posible de nosotros y nos perdamos cada momento de su vida, verlos convertirse en profesionistas, formar sus familias, etc.
En realidad lo que todos queremos, es tenerlos cerca. Siempre. Que salgan al mundo y ver sus logros, sus éxitos, sus alegrías y sus fiestas, siempre aunque ya hayan abandonado el hogar familiar, regresen, nos traigan nietos, o historias, o aventuras y logros y proyectos; Y porque no?, que nos traigan, también, sus tristezas, sus angustias, sus corazones rotos y sigan siempre necesitando nuestros abrazos para curar, casi, cualquier cosa. Pero que siempre se sientan con la confianza de que pueden regresar libremente y van a ser recibidos con los brazos abiertos .
Esta semana cuando la vi ahí parada frente a tres Arquitectos reconocidos, resolviendo al tú por tú sus dudas e inquietudes acerca de su tesis, me descubrí sonriendo como la madre orgullosa que soy porque si bien ese logro es completamente suyo, no dejo de pensar que aunque sea un poquito, yo tuve algo que ver.
Me dí cuenta que esa personita que salió de mi, que tomó el camino que ella eligió y no el que yo pudiera haberle impuesto, que lo que ha logrado lo ha logrado por merito propio y aún sabiendo eso, lo primero que hizo al terminar su examen fue voltear a vernos a mi esposo y a mí, con una mirada de felicidad y satisfacción, pero también de complicidad porque sabe que aunque lo haya logrado sola, siempre tendrá nuestro apoyo, orgullo y admiración y que aunque sea el momento de volar para ser ella misma, siempre nos tendrá a nosotros de su lado.
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