Decía el sabio Sócrates “El hombre que no piensa en vivir, no vive”. Es decir, una persona que no disfruta su vida al máximo y que vive pensando en cuando, como y donde va a morir es una persona que esta desperdiciando su vida.
Y es que en los últimos años nos han sucedido tantas cosas y nos hemos enterado de tantos sucesos dramáticos, que no culpo a aquellos que están pensando a cada rato que su vida está por terminar. De hecho, me da pena reconocerlo, pero yo he sido una de esas personas que en algún momento ha vivido con tal paranoia, a tal grado que en un mismo día me ha venido a la mente más de una vez ese pensamiento de “Hoy seguro me va a para algo y no voy a sobrevivir” y a raíz de ese sentimiento obviamente viene una lluvia de preocupaciones que realmente solo están en mi cabeza, ¿Quién va a cuidar a mis hijas si yo falto? O ¿Se volverá a enamorar mi esposo de alguien más después de mí? O la mejor de todas ¿Cómo me va a recordar la gente que me conoció?
Aceptar que la vida y la muerte son las dos caras de la misma moneda es muy difícil, sobre todo aceptar que desde el momento en que nacemos, estamos muriendo poco a poco. Temer a la muerte es algo natural, el problema llega cuando el miedo es dominante. Los ataques de pánico, la ansiedad o cuando perjudica al día a día, entonces, es el momento de buscar ayuda.
En mi caso fue muy difícil aceptar que todos nos vamos a morir, y dejar de tenerle miedo a ese hecho lo sigo trabajando y, aunque sé que es lo único seguro que tenemos desde el momento en que nacemos, el no saber el momento y las circunstancias de mi muerte me crea tal incertidumbre, al grado en que se convierte en terror por no saber:
• Uno, ¿cómo me voy a morir?, ¿me va a doler?, ¿voy a sufrir?, ¿me voy a poder despedir de mis seres queridos? y
• Dos, ¿qué hay después de la muerte?, ¿qué va a pasar conmigo?, ¿solo me voy a desvanecer y no voy a volver a saber nada de nada? O ¿voy a ser un ente que desde lejos va a ver todo como si fuera una película?
Es muy contradictorio que, de lo único seguro que tenemos en la vida haya tantos cuestionamientos que nunca vamos a saber hasta que estemos en el momento de nuestra propia muerte, y eso es lo que a mí me da terror.
Sin embargo, he trabajado mucho este tema en terapia, y lo que sí puedo decirles es que el terror que a veces siento, poco a poco se ha convertido en una forma más positiva de aceptar el hecho de que algún día voy a dejar de existir; Y que, al igual que vivir, morir forma parte del ciclo de la vida, y que, aunque se trata de una realidad que no queremos que llegue hay que saber aceptarlo y solamente VIVIR.
Podemos vivir de dos formas; la primera es aceptando que no podemos cambiar el hecho de que va a suceder y disfrutar cada día al máximo, demostrando a tus seres queridos lo que sientes por ellos todos los días pues no sabes cuanto tiempo te queda para poder hacerlo. Y la segunda es olvidarte completamente del hecho de que algún día vas a morir y decidir vivir como si no fueras a morir nunca; de las dos formas el resultado va a ser el mismo, vas a vivir con plenitud dedicándote a ser y a hacer todo lo que siempre soñaste sin estar esperando a cada momento el día de tu partida.
La vida tiene y mucho sentido. El tren solo pasa una vez. Debemos dar las gracias cada mañana por haber existido, de la salud de la que se goza, por haber conocido este mundo, por comer, por haber conocido a personas maravillosas, por tener una familia y amigos, por haber aprendido y adquirido conocimientos increíbles, por haber dejado una huella en el mundo.
Encuentra tu voz interior, tu felicidad, lo que amas, lo que te hace sentir bien. Seguro que la vida te está esperando con un abanico muy amplio de oportunidades. Y VIVE LA VIDA COMO SI FUESE EL ÚLTIMO DÍA.
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