El arco ha sido un arma temible en el pasado. Sin embargo, para obtener expertise se requería un entrenamiento muy extenso, de por lo menos diez años. Asimismo, el arquero debía usar sus dos brazos y ostentar una fuerza importante para lanzar sus flechas a distancia.
En la misma medida, se construyeron y surgieron protecciones de metal cada vez más infranqueables para los soldados. Indudablemente, la mente de los guerreros trabajaba a ritmo acelerado para resolver el problema.
¿Cómo perforar las defensas y concebir un arma más potente que lograra doblegar a las murallas?
Los chinos encontraron una solución para el enigma: idearon la ballesta en el siglo V a.C. No obstante, su practicidad y alto poder, en la Edad Media los nobles la consideraban un arma poco digna, dado que se podía usar con un solo brazo, poca práctica y entrenamiento.
Exactamente, al revés de la preparación que requerían los arqueros. Estos prejuicios se derrumbaron incluso después de irrumpir la pólvora.
A pesar de la lluvia, la ballesta permitía usarse sin inconveniente, podía dispararse, aunque estuviere mojada. Las armas son un leading case perfecto para analizar los vaivenes de la creatividad.
¿Cómo nacen la mayoría de las ideas? Casi todas las ideas suceden a partir de la insatisfacción, el agotamiento o la necesidad. Esos umbrales suelen encender una chispa misteriosa que precede al incendio de la concepción.
La creatividad se alimenta de viejas ideas; sobre esos escombros germina la innovación.
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