La violencia familiar puede ser el origen de muchas otras conductas antisociales y delictivas, de no atenderse o de normalizarse, esto puede ir escalando y convertirse también en delitos de mayor índole, que trastoquen la seguridad de los ciudadanos, advirtió Marco Zamarripa González, director del Consejo Cívico de las Instituciones (CCI) Laguna.
Se refirió a las situaciones desafortunadas que se han presentado en Torreón, en relación tanto a la riña entre pandillas que dejó dos muertos en La Dalia, así como la pelea entre dos menores de edad que resultó con uno de ellos muerto, y recientemente el disparo de un niño de cuarto grado de primaria en la escuela Año de Juárez.
Reflexionó que cuando ocurren estos hechos la sociedad voltea a ver al Estado, a quien se tutela el derecho de vivir en paz y en tranquilidad, y se pide que la autoridad solucione, pero consideró que en este tipo de eventos nos tenemos que involucrar todos y de alguna manera tenemos que ser corresponsables de eso.
"Voltear a ver qué está pasando dentro de las familias, que conductas se empiezan a normalizar que no son las adecuadas, como sociedad tenemos que actuar y nuestra responsabilidad es visibilizar también esas deficiencias, esos deterioros, esa falta de cohesión social que existe en muchas colonias, por lo general están situadas en zonas donde hay alta marginación", expresó.
Se refirió a los análisis y el monitoreo de la incidencia delictiva, que comentó se realiza precisamente para focalizar las políticas y los recursos en esas zonas donde hay alta marginación, donde hay mucha desigualdad y se generan después estas conductas delictivas o antisociales.
"En los análisis que hemos hecho de los reportes al C4 por violencia familiar es muy consistente, todas las zonas de alta marginación, es donde más se concentran reportes de violencia familiar. Entonces me parece que es un tema que se tiene que atender no solo en la prevención, sino también que organizaciones se sumen a ayudar o apoyar en temas que vuelvan a integrar a la familia, porque justo desde ahí se desprenden muchos problemas", comentó.
"Me parece que ya es un tema fundamental: la violencia familiar puede ser el origen de muchas otras conductas antisociales y delictivas, de no atenderse, de que los niños, niñas, adolescentes, vean conductas y luego vean que es algo normal y que no pasa nada, que no hay consecuencias, pues luego eso va escalando y se convierte también en delitos de mayor índole, ahí es cuando ya trastoca la seguridad de los ciudadanos", advirtió el director del CCI.
De acuerdo a los monitoreos que realiza en forma periódica el Consejo Cívico de las Instituciones, la violencia familiar es un delito que se ha mantenido muy alto a partir de la pandemia, en el año 2020. A cuatro años de que se comenzó con esta medición, este delito se mantiene alto y por encima de la media nacional, según el registro de la tasa por cada 100 mil habitantes, pues en la ZML es de 253 y en el país de 162.
La violencia familiar ha crecido exponencialmente, pues de 100 carpetas que se tenían en mayo de 2020, en el más reciente monitoreo se indicó que se han registrado 3,706.
Zamarripa González dijo que tanto la violencia familiar como el narcomenudeo son dos temas que han ido creciendo en la región.
"Hemos estado señalando que se tienen que tomar acciones más determinantes para atender esa problemática que, insisto, es digamos, el inicio de conductas que, de no atenderse, luego pueden escalar a delitos mucho más graves", expresó.