En las efemérides ambientales empieza a notarse la desesperación y frustración de quienes con consciencia y conocimiento diseñan a nivel mundial las políticas orientadas a atacar las causas del Cambio Climático. Dedicar un día del año a la reducción de emisiones del principal gas de efecto invernadero es una muestra. Pero también tenemos que aceptar que hay mucha razón en recordárnoslo.
La situación actual de la reducción de emisiones de dióxido de carbono (CO2) es un tema muy relevante y complejo. Según las últimas informaciones el planeta aún no está en la senda correcta para alcanzar el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y limitar el calentamiento global a 1.5 grados centígrados. De hecho, en 2023 las emisiones de dióxido de carbono volvieron a registrar niveles récord.
El CO2 es un gas natural que forma parte del ciclo de carbono, pero las actividades humanas, como la industrialización, la deforestación, la agricultura y el transporte, han alterado este ciclo. La quema de combustibles fósiles en la producción de energía, el transporte, la industria y agricultura, emite grandes cantidades de CO2 que se acumulan en la atmósfera y provocan el aumento de la temperatura global. El cambio climático resultante tiene graves consecuencias como el aumento del nivel del mar, fenómenos meteorológicos extremos como las olas de calor, que de pronto extrañamos, sequías e inundaciones, y alteraciones en los ecosistemas y biodiversidad.
En alguna ocasión citamos a un autor que decía:" las creaciones humanas, lo artificial, está cambiando el planeta y entre las cosas que más han aumentado debido a la acción del hombre, está el dióxido de carbono en la atmósfera."
Debido al tremendo efecto de la actividad económica de la sobre el planeta, según el Nobel Paul Josef Crutzen, hemos entrado, desde la perspectiva de la geología, en una nueva era que ha bautizado como el "Antropoceno": una era en la que la huella de la actividad humana cubre completamente la faz de la tierra.
Aunque el Acuerdo de París dio la impresión de un avance, la mayoría de los científicos encargados de estudiar el fenómeno, están alertando del altísimo riesgo que se corre cuando se asume el objetivo de contener en menos de 2 grados centígrados el aumento de la temperatura promedio, porque todo parece indicar que la temperatura subiría hasta 3.5 grados centígrados, lo cual supondría consecuencias catastróficas principalmente para países en desarrollo de África y/o Asia, por disminución en la producción de alimentos.
Para lograr contener el aumento de la temperatura promedio entre 1.5 y 2 grados centígrados se debe actuar de inmediato y reducir las emisiones de CO2 a la mitad antes de 2030, y eliminarlas por completo antes de 2050.
No se ve sencillo, más bien todo parece indicar que el ritmo de emisiones actual continuará, sobre todo si se consideran las amenazas del presidente Trump de cancelar todos los proyectos verdes e intensificar el uso de combustibles fósiles. Esto no sólo hace referencia al acuerdo de París, que ya de por si lo había ignorado desde 2015 y su puesta en marcha en 2016, incluye también a las acciones tendientes a reducir las emisiones de CO2 mediante la transición hacia fuentes de energía renovables, como la solar, la eólica, la hidroeléctrica y la geotérmica, las cuales no emiten CO2. Existen ya países que muestran grandes avances en este rubro: Dinamarca y España han logrado integrar grandes cantidades de energía renovable en la red eléctrica sin comprometer la estabilidad o la eficiencia.
Igualmente, la adopción de tecnologías más limpias y eficientes en los sectores de transporte, la industria, la construcción y la agricultura. La conservación de los ecosistemas y su biodiversidad ofrece una excelente oportunidad para reducir emisiones.
La reducción de emisiones de dióxido de carbono es una de las tareas más urgentes que enfrenta la humanidad. Si bien el desafío es muy grande, existen muchas estrategias que de manera combinada pueden dar resultados alentadores.
De igual manera, el cambio climático es un desafío de la humanidad que requiere la acción inmediata y coordinada de todos los países y sectores de la sociedad. La educación, la consciencia y la participación ciudadana son fundamentales para promover la transición a una economía baja en carbono y sostenible.
"Las personas con poder y privilegios (del petróleo y el gas) se negaron a reconocer que el Cambio Climático era un síntoma de un sistema económico que ya no servía", dijo Naomi Oreskes.