El reciente acuerdo de Estados Unidos con México y Canadá demuestra que Donald Trump no desea en el fondo imponer aranceles sino presionar a los gobiernos de dichos países para frenar el tráfico de migrantes indocumentados y del fentanilo.
Esa fue su promesa ante sus electores que una y otra vez reiteró durante la campaña presidencial del año pasado.
No hay loco que coma lumbre y Trump sabe que decretar aranceles a las importaciones procedentes de México y Canadá provocarán un caos económico de gran magnitud.
El pasado lunes 3 de febrero los mercados bursátiles cayeron ante lo que parecía una inminente imposición de cuotas comerciales que finalmente terminó en una pausa de un mes, luego de una negociación de Trump con la presidenta Claudia Sheinbaum y horas después con el primer ministro canadiense Justin Trudeau.
Pero no cantemos victoria porque el mandatario norteamericano no se tocará el corazón para aplicar los aranceles si en treinta días no ve claro en torno a combatir la inmigración ilegal y el tráfico de drogas.
A varios días del acuerdo Sheinbaum-Trump, lamentablemente no hemos visto todavía un plan de acción consistente y estructurado, la única medida importante que se ha tomado y que podría ser más publicitaria que otra cosa, es el envío de diez mil elementos de la Guardia Civil a la frontera norte de México.
Esto nos recuerda cuando el presidente Vicente Fox y luego su sucesor Felipe Calderón, anunciaban con bombo y platillos la llegada de miles de militares a Michoacán, Sinaloa, Baja California, entre otras entidades, dizque para frenar el narcotráfico.
Dígame usted, ¿qué tanto puede paralizar la Guardia Civil al fentanilo en la extensa frontera norte y cuando los cargamentos que vienen del sur pasan por cielo, mar y tierra?
Sin duda lo más efectivo sería atacar al fentanilo desde su origen, es decir desde los laboratorios de producción como ha sucedido en semanas recientes en Sinaloa, pero ¿por qué no hacer lo mismo en otras entidades donde también se fabrica la poderosa droga?
En cuanto a la migración fue más efectiva la decisión de López Obrador de enviar tropas a la frontera de Chiapas cuando Trump amenazó a Marcelo Ebrard de imponer aranceles. Sin duda es más fácil frenar la migración en la entrada sur, así como en los aeropuertos y puertos marítimos, pero en el norte ya no hay mucho que hacer.
A nadie nos gusta que un presidente de un país extranjero nos amenace con sanciones comerciales y diplomáticas, pero a decir verdad nuestros gobernantes, en especial los de Morena, no hicieron gran cosa en contra de los cárteles y a la vez dejaron las puertas abiertas a decenas de miles de centroamericanos y sudamericanos.
Está perfecto que el gobierno mexicano abogue por nuestros paisanos, pero ¿qué necesidad tenemos de dar cobijo, dinero y protección a quienes vienen de Venezuela, Colombia, Nicaragua, El Salvador, Honduras, entre muchos más países?
La presidenta Sheinbaum se anotó un triunfo con extender las negociaciones con Trump durante un mes, sin embargo tiene ahora la responsabilidad de armar una estrategia que convenza a los norteamericanos y con la enorme oportunidad de avanzar en áreas como el control de la venta de armas a los carteles, aumentar inversiones en México y en un descuido legalizar a millones de mexicanos que aportan trabajo y talento al vecino país.
Trump es un ferviente admirador del presidente Ronald Reagan, quien legalizó en los años 80 a más de 3 millones de indocumentados, se podría repetir la hazaña porque a final de cuentas Estados Unidos necesita mano de obra calificada y que mejor que la mexicana.
Además el bloque comercial México - Estados Unidos - Canadá es ineludible para competir con la comunidad europea, China y los países asiáticos. Al mismo tiempo los norteamericanos desean tener vecinos donde exista seguridad, donde no se proteja a los carteles y donde exista orden en la inmigración.
Hay que recordar que Trump no se manda solo, detrás de él están sus electores donde destacan grupos conservadores que anhelan un país fuerte e independiente.
NOTICIA FINAL…
Desde luego el riesgo de revivir el viejo imperialismo yanqui está más que presente, Trump doblegó a Colombia, Venezuela y a Panamá sin necesidad de invasiones armadas. Falta ver que pasará con Groenlandia, con el T-MEC y con China.