En estos días desabridos y oscuros, es claro que uno quisiera transformar la mirada y ver todo aquello que no vemos. ¿Eso nos resultaría útil? Pues en la aduana local, no; así que el camino es mirar hacia el SB del domingo en Nueva Orleans, pues en su colosal Caesars Superdome, con cupo de 83 mil espectadores, se miden Eagles y Chiefs, con el mundo siguiéndoles de cerca la pista.
Será un día que uno en casa debe ir preparando desde ya para verlo en el patio, con todos los alambres y conexiones preparadas para la tv, porque este show de corceles de Ben Hur, tienen el riesgo de salirse de la pantalla y acabar con la cristalería, sobre todo si Filadelfia, que apoya su ilusión en Saquon Barkley, su formidable corredor, y en Hurts, su poderoso QB, se conectan.
Este frío que sentimos por dentro, no lo tiene el fenómeno Patrick Mahomes, que tiene un pasado que se resiste a ser olvidado y es para su gente, una esperanza que vuela con el último suspiro del viento. Él con Kelce e Isiah Pacheco, apoyados desde abajo por el ropero Chris Jones, son individualidades deslumbrantes que simbolizan el impacto del cambio y el estruendo del mar.
La NFL es un fenómeno global y todos somos vulnerables a nuestro entorno, somos tropa de un show vibrante, testigos de una nueva historia, donde aparecen los antihéroes luchando en duelo de titanes ante hombres creados para marcar su camino en el terreno y la conciencia de todos. Algunos estarán avejentados por masticar angustias y muchos más pondrán en juego su interior salvaje y riguroso, como bestias sin amo.
Mahomes estará gritando en el vestuario mientras nosotros bebemos y comemos en el medio tiempo viendo al excéntrico rapero Kendy Lamar que vuelve al SB (ya estuvo en 2022). En ese mismo trance, de acuerdo al marcador, habrá amigos que sólo tomen, pues andarán por la vida como almas en pena o tal vez como personas errantes que vagan por haber perdido amores. Lo cierto y lo seguro es que nos espera un gran show, con una garantía de espectáculo electrizante.
Mientras tanto, en casa, vivimos observando la tumba de proyectos muertos, No hay ni ilusiones ni sonrisas, porque Santos Laguna y Tano Ortiz parecen trapecistas que se mueven sin red y sin cable de seguridad. Su afición, cada vez más ausente, está viajando por caminos largos y territorios de persuasión y a veces a pasos lentos, como circular en el área de un sepelio.
Viendo el domingo sus yerros defensivos y la carencia de contundencia, cualquiera entristece. Van pasando por la memoria los recuerdos recientes de sus figuras vendidas al mejor postor por cantidades millonarias en dólares y están presentes atletas de alto nivel como Félix Torres, Gorriarán, Brunetta, Valdés, Campos, Angulo y Arteaga, mientras hoy mismo vemos ausencias de Núñez que regresó a Argentina, Santamaría, Aquino y Fagúndez que viven lesionados pero con Sordo, Lozano y Villalba en el banco, y si no son titulares nadie entiende que vengan de tan lejos para ello, cuando se supone que los extranjeros están para ser solución, y no incógnitas.
Tano se la juega con jóvenes y varios de ellos están en un proceso, no para afrontar exigencias tan grandes si carecen del apoyo de veteranos que apoyen y orienten. Ortíz cambia y mueve, pero no existe un fondo de calidad. Santos está en la obligación de pasar a la trastienda de sí mismo para reflexionar, pues su gente se va hartando y se aleja cada día más del TSM.