Alessandro Baricco (67), escritor y periodista italiano, es un adelantado a su tiempo y en su historial, aparte de su obra, deja frases que enseñan, intrigan y ponen a pensar a sus lectores, como ésta: “A veces me pregunto qué estamos esperando, dejando pasar el tiempo. Quizás a que sea demasiado tarde”. Lo importante, vemos, no es el tono para contar algo, sino la verdad en todo.
La vida y el futbol, tiran los dados y sorprenden, de tal forma que los humanos o aguantamos o bien, huimos y vamos por las calles haciendo fintas como quien va a tirar un penal. Quienes logran imponer sus condiciones de reflexión y no claudican llegan a preguntarse, cuando el agua va llegando al cuello por reincidencia, ¿el recuerdo del miedo sigue siendo miedo?
Después de meses de naufragio y mares revueltos, la afición local decidió volver a su bello recinto del TSM, llevados por el atractivo de James David Rodríguez Rubio (33) y el León, donde es el dueño de la pelota y donde no queda más artista que él. Trajo a 23 mil fans y encontraron sus Centuriones y el jefe Berizzo, que Santos Laguna dejó de repetir el guión de víctima y se sublevó.
Hay jugadores que escapan del libreto y que siguen su propio instinto, como el talentoso Johander Cádiz (29) venezolano que con James sujeto por Guemez, sabe tomar los controles y pudo extender un pase magistral a John Stiven Mendoza (32) colombiano que se desliza cual motoneta y entre tres se plantó para liquidar a Carlitos luego de sacudirse, fino, a Edson: 0-1.
Después vino lo que definen los viejos conocedores, que a veces un gol vale más que una docena, porque el empate por el argentino Ramiro Sordo (24) que lucha por ser eficiente, fue un poema, con recorte y disparo chanfleado a la escuadra, lejos del veterano jarocho Alfonso Blanco (37) cuya estirada sólo completó el cuadro, aunque la duda y el VAR fueron eternizantes.
Si León se quedó con diez, sóo fue culpa del pampero Adonis Frías (26) que recibió segunda amarilla del árbitro Guillermo Pacheco (30) sonorense con gafete FIFA. Después de ello, ya con James fuera, Santos Laguna y Ortíz mostraron que han aprendido a vivir entre fantasmas y se niegan a ser sus cómplices, por ello cuando Guemez “peinó” el corner y Santamaría entró como un toro para empujarla, miles saltaron con él antes de conectarla. Desde que la pelota venía viajando, traía consigo la esperanza plena, porque el tiempo y el río no marchan hacia atrás. Era el momento de guiar a millares a un grito popular. Ahí todos dejaron de ser como Jerry perseguido por Tom.
Estos días en general traen angustias para quienes dedican tiempo a las novedades en medios, porque hablan de tragedias, violencia y panoramas en un guión repetitivo, porque tal parece que debemos vivir a gusto con el riesgo y los que huimos hacia el mundo del deporte, no dejamos de ser arrastrados por el fango de la inmediatez. Ya no sorprende que Sergio Ramos y su paisano Sergio Canales quieran comerse a los árbitros y éstos toleren reclamos y manotazos al aire, que Mikel Arriola sea el nuevo jefe de la FMF, ni siquiera que Josh Allen tenga con Bills contrato de 330 MD por 6 años, ni que Yankees tenga dudas con los males de Stanton, la lesión de Gil y el codo derecho de Gerrit Cole. Hoy, estamos atrapados en nuestras mentes, que estimulan el caos y la pasión. A veces uno quisiera abrir los oscuros calabozos del prejuicio para liberar los atemorizados presos que todos llevamos dentro. ¿A veces no es pesada la mochila emocional que llevamos?