Porque la angustia es el vértigo de la libertad, a veces los protagónicos del futbol suelen caer en acciones que van en desapego a la actitud cordial y colaborativa con sus compañeros y superiores, como Sergio Canales, el crack de Rayados, al encarar a su DT y luego ir a patear una puerta con cristal y producirse una cortada, ambos detalles, impropios para un profesional. Hay jugadores que se creen supermanes y olvidan que solo si asumes lo que eres, podrás cambiar quien eres.
En la cancha, es común que haya jugadores siempre con la pretensión de engañar al árbitro y pocos como el portugués Paulinho, el goleador del Toluca, que recibió falta de Guemez y el iluso Santander sacó roja pero el rojo abogó por el volante santista y todo quedó en amonestación. Es claro que las cosas más sublimes y honestas de la vida no se deben escuchar, ni ver, se deben vivir.
Maximiliano Quintero (33) árbitro veracruzano encaró, tibio, la rabieta encendida del astro colombiano James Rodríguez, a quien los queretanos surtieron de golpes. En la patada diez, le tiró el zapato a Maxi, quien debió echarlo de la cancha y prefirió dejarlo. Ahí Quintero entró en esa oscuridad, la misma y siempre distinta. ¿Jerarquía del jugador?. Se supone que la ley es para todos.
Así como los grandes fotógrafos nos han forzado con sus obras a ver de frente al miedo y al fracaso, a veces la tropa la observamos como si la belleza ocultase una tragedia, sin darnos cuenta de que el futbol siempre está expuesto al juicio popular y al calor del juego, los pasionales se desconectan de los cables más sensatos y el árbitro está para superar traumas y ejercer las reglas.
La construcción de la imagen de uno mismo, se da por las imágenes de otros y debemos, en un acopio de apego a la individualidad, crear un Frankenstein propio, lo cual no es nada sencillo. ¿Por qué muchos protagonistas de nuestro futbol no refuerzan su seguridad en sí mismos y sufren menos ansiedad?. En el gran juego de intereses, a veces los árbitros son usados y poco protegidos. Ellos deben atenerse a órdenes y disposiciones que atenúan su autoridad y opacan los epílogos.
Igual hay jugadores desorientados a los que pocos pueden comprender, como el caso de Fran Villalba que vio como Gallardo dejó la pelota en tres cuartos de cancha para Marcel Ruiz (24) que tuvo todo el espacio y tiempo para su formidable disparo que se clavó en la escuadra pero olvidado por el españolito que llegó cuando ya el yucateco celebraba. Solo le faltó aplaudir el golazo. Santos tiene varios hombres que luchan a destajo y otros que se pierden con facilidad. Algo sucede para que Ortíz lance al chico Tahiel en vez de Torres. Se resienten sin Barticcioto.
Está bien que el futbol sea considerado como un juego diabólico pero hay ocasiones en que uno pone la tv y no sabe dónde anda, si en Argentina, Colombia o Cataluña, porque los comentaristas son extranjeros y como no llegan preparados para el evento, improvisan. En provincia hay jóvenes como el local Daniel Velasco que brinda estadísticas y datos que desconocen.
Aparte del Pachuca-América a la tv le faltó trasmitir la despedida de El Hijo del Santo, desde la Arena México, al desenmascarar al Misterioso Jr. Cuando joven, el Ing. Guzmán, escenificó en la Arena Olímpico de Gómez Palacio con El Espanto, lagunero de garra y guerra (Jesús Andrade). Los dos, valientes como pocos, se tiraban al rival por encima del poste al escaso hueco que existe entre los asientos de metal. Todos estábamos de pie, admirados. Esos son restos de un pasado que se te quedan adheridos y de los que nunca acabas de desprenderte.