Amputado de una parte de su identidad, José Santista entró a lo que en inglés se denomina “Daydreaming” que es un desprendimiento del entorno real sustituida por una fantasía visual y mental, con imágenes esperanzadoras. Todo ello después de vagar por calles interminables, haciendo fintas como antes de un penal, todo producto de lo que ha visto en el TSM. Y el 0-4.
Iba pensando en la sexta derrota al hilo de su equipo, la 14 del torneo y con Santos colero con solo 7 unidades y de pronto le llegaron las imágenes en el camino a casa. Aparecieron su favoritos de niño con Laguna y estaba en la cancha de San Isidro con todos los hombres que ya se fueron. Está para un partido especial, ese que fabrica su mente en plena huída de la realidad.
A ese grupo lo dirige Juan Angel Pérez que manda a Esteban Méndez al arco. La defensa va con Luis “Gato” Gómez, Lalo Castro, Ramón Romero, Macho Cordero. En medio Simón Gómez, Rodolfo Alvarez. Adelante Enrique Yassín, Agustín Fernández, Raúl Herrera y Jaime Yassín.
Quedan varios en el banco, entre ellos Luis Vázquez, Gerardo Lupercio, Plata y Aldrete. Todos ellos están ya muertos y José hoy los ve en su mente voladora con la fibra y brío como los vio siendo niño.
El rival de enfrente, es Santos Laguna bien reforzado, con atletas que han competido por títulos, liguillas y prestigio por años. Un grupo que conoce el camino del éxito y de la competitividad, una tropa con más anestesia que veneno. Los dirige Benjamín Galindo, que pon a Osvaldo Sánchez; Héctor Altamirano, Pedro Muñoz, Tano Ortíz, Denis Caniza; Carlos Cariño, Fernando Gorriarán, Ramón Ramírez y J.F. Brunetta; adelante se rifan con Rodrigo Ruiz y Jared Borgetti. En el banco se distingue a Lupe Rubio, Caballero, Wagner, Oribe, el arquero Martínez, Miguel Miccó, Daniel Guzmán, entre otros..
Todos los equipos tienen algo que los hace diferentes al resto. Estos jugadores pueden dividir opiniones pero todos integran un solo corazón para la gente, porque ésta tiene un simbolismo especial, son hijos de la tierra, el sol y el desierto, porque los hombres de la cancha no solo son su equipo, sino un estado de ánimo volcánico que explota y se lleva a todos por delante. Es una raza especial con dilemas emocionales sin fecha de expiración..
Es gente de un monólogo que se sirve crudo- Saben vivir el silencio de la angustia y puede retornar antes de que llegue el olvido.
Con el partido equilibrado y sin goles, Brunetta galopó por izquierda y la dejó libre para Pony, que en un palmo de terreno dejó al Gato atrás y metió una pelota a segundo poste donde Jared se elevó con su ansiedad y con el impulso de la mirada de todos. Su remate vulneró a Esteban, hoy tan elegante, todo de negro. Ya antes Jaime había estremecido el larguero de Osvaldo, un zurdazo desde fuera del área, que cimbró los corazones de todos.
Lupercio lo empató cerca del final, recogiendo un rebote del poste, luego de gran llegada de Chino Yassín eludiendo gente. Ramón estuvo cerca en un tiro libre de maestro pero Esteban se colgó de ella. Al silbatazo final nadie quería irse, deseaban más y más, como una función permanente de cine. Ahí también, llegando a casa, concluyó el sueño de José Santista. Ahí dejó de ser el narrador que se apodera de un relato, aunque su mente quedó programada para correr otras aventuras, como una herramienta para explorar su imaginación, creatividad e introspección.