Trump mintió sobre ‘capos’
Denuncias de colombianos
Grave lo vivido por brasileños
Se va abriendo paso la verdad sobre las condiciones en que cientos de deportados fueron trasladados en aviones militares estadunidenses a Colombia y Brasil, así como la gran mentira de Trump y sus funcionarios respecto a la extrema "peligrosidad" de esos migrantes.
Los testimonios de varios de esos expulsados han sido difundidos en cadenas de radio y televisión e incluso en influyentes medios impresos corporativos. El canciller colombiano, Luis Gilberto Murillo, ha asegurado que, a contracorriente de las graves acusaciones hechas por Trump y sus funcionarios, en realidad "no tienen ningún problema pendiente con la justicia, ni en Colombia ni en Estados Unidos (...) No son criminales. Esta información ha sido verificada y confirmada por las autoridades pertinentes".
The Washington Post mencionó que "en entrevistas con medios locales en Bogotá, algunos de los que fueron devueltos dijeron que recientemente habían cruzado ilegalmente la frontera entre Estados Unidos y México y que fueron rápidamente recogidos y enviados a casa". Es decir, difícilmente tales personas podrían haber adquirido un estatus de criminalidad extrema, aunque la Casa Blanca se esmeró en aplicar el estigma para "justificar" la rudeza institucional.
Recuérdese que, el lunes pasado, Trump había asegurado: "cada uno de ellos es un asesino, un capo de la droga, un capo de algún tipo, un jefe de la mafia o un pandillero". No hay prueba de tales acusaciones, pero si el relato de varios colombianos que detallaron las vejaciones recibidas: insultos, maltrato, esposas metálicas, despojo de ropa que no se llevara puesta y de otros artículos.
Fue peor en un vuelo hacia Brasil, según el amplio texto de The New York Times, bajo la firma de Jack Nicas, con base en testimonios directos: ochenta y ocho deportados viajaron en un avión charter que mostró desperfectos mecánicos varias veces en las escalas que hubo de hacer, altas temperaturas sin aire acondicionado para mitigar, hombres esposados en la parte trasera y mujeres y niños, sin esposar, en la delantera. Inmovilizada la nave por los desperfectos, hubo exigencias "de permanecer sentados, empujones, gritos, niños llorando, pasajeros desmayados y agentes bloqueando las salidas. Finalmente, los pasajeros tiraron de las palancas para liberar dos salidas de emergencia y hombres esposados ??salieron en tropel al ala del avión pidiendo ayuda a gritos".
Añada el diario neoyorquino: "Comenzaron a preguntarse: si algo sucede, ¿cómo van a quitarles los grilletes a 80 personas?", dijo Luiz Campos, de 35 años. "'Por favor, quítenme estas cadenas'", recordó que la gente les pedía. "Dijeron: 'No. Es el protocolo. Siempre es así'". Horas después, durante una parada para repostar en Panamá, la tensión aumentó. El avión volvió a tener problemas para despegar y, esta vez, tres pasajeros describieron haber visto humo saliendo de un motor en el ala. El incidente también provocó que el aire acondicionado dejara de funcionar, dijeron, y el avión se convirtió rápidamente en una sauna en medio del calor tropical".
En Manaos, Luiz Antonio Rodrigues Santos "y otros deportados dijeron que en la húmeda cabina, los hombres encadenados comenzaron a abrirse paso por los pasillos, presionando físicamente a los agentes de ICE que se interponían en su camino. Los agentes y los pasajeros se gritaron y empujaron, y varios deportados dijeron que fueron golpeados. Entonces algunos pasajeros abrieron las salidas de emergencia. En cuestión de minutos, al menos siete hombres esposados salieron a un ala. "¡Llama a la policía!", gritó uno, según un video del momento. La policía federal de Brasil finalmente entró en la cabina y ordenó a los agentes de ICE que dejaran ir a los brasileños". ¡Hasta mañana, con la tómbola judicial adelantada para realizarse este jueves!