Sedena: ‘recursos modestos’
General Cienfuegos, en el podio
Slim, siempre ganador
Donald Trump anunció ayer, mientras volaba hacia Nueva Orleans para asistir al Supertazón de futbol americano, que a partir de hoy impondrá aranceles del 25 por ciento a las importaciones de acero y aluminio, incluyendo en el paquete a México y Canadá.
La recurrencia a ese factor, apenas remontada hace días una tensión similar, a la que se le dio una tregua de treinta días, confirma que para el multimillonario que habita la Casa Blanca hay dos tipos de aranceles: los de castigo, o punitivos, como los anunciados contra México y Canadá en términos generales y ahora en pausa, relacionados con temas como el fentanilo y la migración (es decir, aranceles que pueden suspenderse, atenuarse o desaparecer si los países "castigados" se pliegan a las exigencias de Washington), y los estructurales o sistémicos, que supuestamente serían de largo alcance, no sujetos a negociaciones telefónicas o personales, y decididos en términos muy centrados en lo económico.
En el terreno "punitivo", el del "castigo" a ciertos países para que asuman ciertas conductas, Trump está confirmando su condición de insaciable. Llega a acuerdos sobre algunos temas pero más adelante pone sobre la mesa nuevos puntos de litigio, en un remedo de las metas en el futbol americano: primero y diez y vuelta a empujar. ¿Así durante cuatro años?
En entrevista grabada con Fox News (es decir, en su ambiente mediático más favorable), Trump reveló ayer que México y Canadá deben hacer más para que luego de 30 días de paréntesis realmente se suspenda el amago de aranceles: "No, no es suficiente", dijo cuando se le mencionó que había movimientos de tropas y mucha actividad en los países vecinos. Y soltó, en términos de valoraciones que solo habrán de suceder a su criterio: "Algo tiene que pasar. No es sostenible. Y lo estoy cambiando".
La presidenta Sheinbaum, por su parte, inició en la Ciudad de México la serie de actos militares correspondientes al mes de febrero; ayer, el correspondiente a la Marcha de la Lealtad. Ahí, el secretario de la Defensa Nacional, general Ricardo Revilla Trejo, reiteró la fidelidad de las Fuerzas Armadas al supremo mando civil y, en el contexto de las amenazas provenientes del norte trumpista, se unió a anteriores proclamas de la comandanta Scheinbaum en el sentido de que "nuestra soberanía no es negociable".
Aseguró el general Trevilla que las tareas realizadas por las Fuerzas Armadas se realizan "con humanismo (...) pensando siempre en el bienestar del pueblo, ese mismo pueblo que nos brinda su confianza y respaldo, principales fortalezas del Instituto Armado que nos permiten, aún con recursos modestos, tener el temple y la certeza para encarar cualquier amenaza que atente contra el país".
En segunda fila, pero en el mero podio del poder, estuvo el general Salvador Cienfuegos, como exsecretario de la Defensa Nacional. El 15 de octubre de 2020 fue detenido en Estados Unidos bajo acusaciones de colusión con el crimen organizado y lavado de dinero. El entonces presidente López Obrador dio un giro a su inicial postura de respaldo a acciones contra servidores públicos corruptos de ese nivel y logró, por intermediación del entonces canciller Marcelo Ebrard, que se devolviera a México al militar de altísimo rango.
Tal devolución no se produjo porque se hubiera establecido en aquellos tribunales la inocencia del acusado sino por "importantes consideraciones de política exterior". La usualmente lentísima Fiscalía General de la República dictaminó en unas cuantas semanas que el general Cienfuegos estaba exento de proceso judicial alguno, sin causa penal a seguir, "inocente".
Y, mientras hoy el supermillonario Carlos Slim ofrece una conferencia de prensa, como lo ha hecho en otras primeras semanas del año, para ofrecer sus puntos de vista sobre temas nacionales e internacionales, de economía pero también de política, gran ganador como ha sido y sigue siendo, más allá de cambios de siglas partidistas o apellidos en el poder presidencial, ¡hasta mañana!